En lugar de una grandeur impostada, Jolly apostó por un homenaje a la cultura francesa a partir de un acto moderno y lleno de ironía . Mostró una Francia que no se toma tan en serio como creen aquellos que le achacan un exceso de chauvinismo. En lugar del clásico relato nacional, el hilo conductor fueron valores universales que riman asimismo con la identidad francesa: la libertad, la igualdad, la diversidad o la eternidad. Y eso mayoritariamente gustó tanto a la prensa como al ciudadano de a pie, aunque también hubo críticas, especialmente por parte de la derecha radical que no digirió la reproducción de una María Antonieta decapitada o la parodia de la última cena con drag queens. «Fue un momento extraordinario y grandioso. Hubo apariciones sorprendentes de grandes nombres del deporte, como Nadal o Carl Lewis », asegura Jean Gourlet, de 62 años, procedente de Bretaña y quien ha venido a París para asistir a pruebas de rugby 7, balonmano o boxeo. Como unos pocos centenares de franceses y visitantes extranjeros, contempló el acto inaugural en una pantalla gigante en el parque George Valbon —un espacio natural más extenso que Central Park— en la Courneuve, en la banlieue norte de la capital. Esa zona concentra buena parte de las nuevas infraestructuras y las pruebas. A pesar de tratarse de la zona de fanes más grande, allí no había un ambiente multitudinario ni de gran euforia por el evento, que registró una audiencia de 22 millones de personas en el país anfitrión. No obstante, la ceremonia gustó a la mayoría de los que desafiaron la lluvia. «Me ha impresionado. Nunca había visto algo así», afirmaba Jan Sobicek, de 25 años, un programador informático checo que ha venido a la región parisina por la cita olímpica. Más crítico se mostraba el parisino Yan Caro, de 56 años, quien decía haber «quedado algo decepcionado» por «un acto largo y sin ritmo en algunos momentos», a pesar del «final magnífico con el pebetero, Celine Dion y la Torre Eiffel». «La ceremonia en Pekín se centraba en la historia de China y esta vez no se limitó a eso», destacaba Raphaël Masmejean, de 32 años y que trabaja en el departamento (provincia) de Seine-Saint-Denis. Su momento preferido fue «la combinación de la música metal con la temática revolucionaria». Con el objetivo de darle un vuelco a este tipo de actos, la ceremonia se desmarcó de los cánones y dejó un regusto dulce en muchos franceses. Un pistoletazo de salida que rompe con el escepticismo y el pesimismo que predominaba, según los sondeos, en el país anfitrión.
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Author : (abc)
Publish date : 2024-07-27 10:32:31
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