Más allá de la calidad de la propuesta, la de este viernes en el Auditorio Cartuja va a ser una de las imágenes de la Bienal de Flamenco de Sevilla a la que le queda un compás. La edición termina pero germina un proyecto que ambiciona aún con más. Esta noche veinte músicos han demostrado que eso que unos llaman fusión no es más que la certeza de que al flamenco le viene bien (casi) todo. Se subían el pianista Chico Pérez y los vientos de Sergio de Lope para ofrecer un recital con algunas de sus composiciones y otras con inspiración de grandes artistas. Y por primera vez se unía a la fiesta del flamenco jazz una Big Band, la del Conservatorio Superior de Música Manuel Castillo, formada por cuatro trompetas, cuatro trombones dos saxos altos, dos saxos tenores y un saxo barítono. Con la batuta, Gustavo Díaz. Espectacular el primer impacto en la butaca. Todos los instrumentos colocados y el elegante cartel anunciador de la cita: ‘Con Acento XL’. Todos dieron la talla ante un público que casi llena este auditorio que también se ha estrenado en el festival y que, consagrado al cante, ha dado cuenta de la capacidad de su caja escénica. Entraron primero los jóvenes del conservatorio -en realidad la media de edad del elenco es baja-, después el resto del quinteto que forman con el jiennense y el cordobés. Javier Rabadán a la batería y Gal Maestro en el contrabajo, además de Delia Membrives, que pone voz y sentimiento al montaje. Le siguen Chico Pérez y Sergio de Lope, impolutamente trajeados, la sonrisa en la cara. «Hemos venido a divertirnos y a hacer que lo paséis bien», insistió el pianista en sus intervenciones. Hace 50 años un pionero Paco de Lucía introducía estos instrumentos en la música flamenca. Lo de esta noche supone otro hito. «En aquellos años eran los músicos de jazz los que se acercaban al flamenco, ahora son los flamencos los que se acercan al jazz», explicó De Lope. Lo interesante del montaje es, precisamente, que consiga difuminar la línea que teóricamente delimita uno u otro género. Lograr envolver al oyente con la música, pero también con la interpretación gestual, dejar absorto al público, con la vista clavada en los dedos endiablados del joven pianista, mover al espectador contagiado con los contoneos del saxofonista, notar el latido del corazón a cada golpe del bombo y de los zarpazos de la Big Band. La experiencia sensorial se inicia con una composición de cada uno, el Sueño a Lorca de Chico y los tangos Sueño a Manolete de su amigo de la infancia.
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Author : (abc)
Publish date : 2024-10-04 21:21:34
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Crónica ‘Con Acento XL’: Sueños de una noche de Bienal
