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Óscar Martínez: «Los tópicos ‘progres’ llevados al extremo vuelven muy difícil el pensamiento libre»

Óscar Martínez:  «Los tópicos 'progres' llevados al extremo vuelven muy difícil el pensamiento libre»



Se abre el telón y aparece una silla volcada en la sala de un museo. ¿Es arte? Spoiler: es una silla volcada a punto de ser recogida por la de mantenimiento. En la confusión, entre el esperpento y la realidad, se mueve la serie ‘Bellas artes’, cuya segunda temporada estrena este miércoles Movistar Plus+ con la misma mala baba que la primera y las mismas ganas de diseccionar el disparatado mundo del arte moderno. «Muchas cosas llegan al absurdo», reconoce en una entrevista con ABC Óscar Martínez, poseído, o al menos contagiado, por el carácter de Antonio Dumas, el director del museo de la ficción al que interpreta con mucha ironía y cinismo. Como su alter ego, no se corta un pelo. Opina, aunque opinar sea ahora un deporte de riesgo. Y reparte, porque sabe que es tarea casi imposible «estar expuesto y no ser utilizado o manipulado con fines políticos». «A mi personaje, siendo alguien nada empático, lo aman porque es capaz de decir cosas que mucha gente querría decir pero no puede. La gente se siente liberada a través de él», afirma el actor argentino afincado en Madrid. Partícipe del germen creativo de la serie creada por sus «amigos» Mariano Cohn, Gastón y Andrés Duprat, con quienes ya había trabajado anteriormente, Martínez confiesa que ha contribuido a perfilar detalles del perfil de su Antonio Dumas: «Incluso vínculos. Varias cosas he incorporado, pero no importa cuáles». Y guarda silencio. Al final, la silla del chiste era arte antes de que se revelara el misterio. El personaje de Óscar Martínez, un «hombre, blanco y heterosexual» y el único capaz de resistir las embestidas de la corrección política, asiste perplejo a los desvaríos de un mundo cultural plegado a la frivolización y a tantas minorías que al final terminan siendo mayoría. «El idioma inclusivo me parece ridículo e innecesario. No creo que produzca el efecto que creen ellos o que tenga algo que ver con la igualdad de género. Otro absurdo es la cancelación de artistas que murieron hace 50 años, como con Picasso, además de que es imposible juzgar de manera contemporánea conductas de hace 50, 100, 200 o 300 años porque eran otras las convenciones, eran otros los valores, era otro el criterio moral. Termina siendo la carnicería, un zafarrancho lo que hacen», enumera, al detalle, el intérprete argentino, para quien «todo esto es aplicable a la conformación de un gabinete político, al panel de una academia… Es ridículo. Tenemos al premio Nobel para ser ministro de Salud pero no, tiene que ser una mujer. ¿Esto qué es, enaltecer la mediocridad? Es un criterio con el que decididamente no estoy de acuerdo y la serie tampoco y me encanta». ‘Bellas artes’, que vuelve como se fue, porque se rodaron las dos temporadas al mismo tiempo, pone el acento en todos estos temas que, casi siempre, tienen más que ver con la política que con el arte o el talento. Las cuotas, la diversidad… «Es una suerte de neofascismo, de fundamentalismo militante que venimos padeciendo y que es global. Estos tópicos ‘progres’ llevados a un extremo paroxístico vuelven muy difícil el pensamiento libre, la reflexión individual, si no está alineada con esa especie de tsunami de corrección política», critica, serio, Martínez. La serie de Movistar Plus+ apunta en la misma dirección, pero desde la sátira, la caricatura. Desacraliza las convenciones actuales pero no lo hace desde la gravedad y solemnidad sino desde el humor mordaz e inteligente, dejando que el disparate se descubra solo. «La política donde mete la cola es como el diablo, lo hace con un afán utilitario para sacar provecho. Yo creo que la cultura no la hacen los gobiernos, la hacen los pueblos», insiste el actor. Quizás por eso, la mirada más limpia de la serie no es ni la de Dumas ni la de la ministra de Cultura interpretada por Ana Wagener. Ni la del artista que se hace pasar por mujer para que su obra se exponga en el museo. Ni la del jurado de un premio LGTBIQ+ que necesita conocer antes la orientación del artista que sus pinturas para repartir el galardón. No, al final tan solo un niño, el nieto del director del museo, es capaz de decir lo que realmente piensa. «Me aburro». Y ese niño somos un poco todos ante las calamidades de los tiempos.



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Author : (abc)

Publish date : 2024-10-23 02:44:19

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