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Pasan los años, pero la Estrella sigue siendo ‘la Valiente’

Pasan los años, pero la Estrella sigue siendo 'la Valiente'



Apenas cuatro horas bastan para que la luz inunde todo lo que antes había sido sombra y tinieblas. Bien lo saben los cofrades de la Estrella, que llevan en la sangre el arrojo y la garantía de que las cosas van a llegar a buen puerto. El de ‘la Valiente’ no es un sobrenombre cualquiera , sino una forma de afrontar las situaciones por complejas que a priori parezcan. Y, al final, siempre acaba saliendo la Estrella. La hermandad no las tenía todas consigo. Este jueves 31 de octubre , día en que justamente se cumplen 25 años de la coronación canónica de la Virgen , comenzó con paraguas abiertos, miradas al cielo y pronósticos meteorológicos inciertos después de varios días de especulaciones y dudas. Sin embargo, en el seno de la corporación, había quien nunca tuvo dudas. La Valiente tenía que echarse a la calle y llegar hasta la Catedral. La primera noticia del día era la imposibilidad de que el Ayuntamiento recibiera a la dolorosa en la plaza Nueva debido al luto decretado a nivel nacional por las trágicas consecuencias del temporal. Cuando se acercó la hora de la salida, la junta de gobierno acordó acortar el recorrido para realizar el traslado procesional de forma más rápida y directa a través de Pastor y Landero, Adriano, la puerta del Arenal, García de Vinuesa y la avenida de la Constitución para acceder al primer templo metropolitano por la puerta de San Miguel. A partir de ahí, la tarde adquirió un cariz completamente distinto. El reloj marcaba las cinco en punto de la tarde cuando la Virgen de la Estrella se disponía a cruzar el dintel de la parroquia de San Jacinto. Y lo hizo con sus mejores galas, como si el tiempo se hubiera detenido hace nada menos que medio siglo. El centenario conjunto del palio de Juan Manuel Rodríguez Ojeda y el manto de Consolación Sánchez, unido a las manos de Leandro González, dotaban a la histórica escena de una solera incomparable. Varias generaciones de hermanos de la Estrella no conocían a la cofradía saliendo del templo en el que esta residió durante siglo y medio. Iba a ocurrir en 2020, por las obras de ampliación de la capilla, pero la pandemia acabó con aquellos planes y dejó tanto a jóvenes como mayores con un anhelo tan grande que esta vez no podía volver a frustrarse. Los cohetes y vivas que se escucharon entonces parecieron las señales que esperaba el cielo para quedar en calma. Tanto es así que, en el preciso instante en que la Virgen se plantó en Pagés del Corro, las nubes comenzaron a disiparse , dejando ver incluso algún tímido rayo de sol. Una timidez lógica teniendo en cuenta cómo lo eclipsa todo la luz de la Estrella. Los primeros compases de la procesión por Triana supusieron el disfrute del Domingo de Ramos que meses atrás les habían arrebatado a los cofrades de la Estrella. Esta vez no llovía barro, sino pétalos de rosa desde la capilla de la hermandad cuando el palio se volvió para que el Señor de las Penas pudiera felicitar a su madre por las bodas de plata de su coronación antes de que esta se marchase de Triana. Todo el barrio y buena parte de la Sevilla cofradiera se iban sumando poco a poco a la algarabía a medida que el cielo se tornaba celeste y la Virgen de porcelana caminaba triunfal buscando ya la otra orilla. Antes de cruzar el puente, la Estrella quiso despedirse de su barrio , al que deja huérfano dos días, dando una vuelta completa en mitad de la plaza del Altozano. A esa altura de la tarde, las únicas precipitaciones que tenían ya cabida en Sevilla eran las siete lágrimas del rostro de alabastro de gracia reluciente de la dolorosa trianera y las de la cera derretida resbalando por la candelería del paso. Un paso que desbordó la ciudad ya caída la noche , cuando los cofrades y jartibles se confundían en el barrio del Arenal con los fascinados turistas y con algunas personas que, con curiosas indumentarias, se preparaban para acudir a fiestas de Halloween. Pero no había truco ninguno: la Estrella había vuelto a sortear a la lluvia. Los inconfundibles sones de la Oliva de Salteras , que desde hace más de cuarenta años acompañan a la corporación del Domingo de Ramos, resonaban alegres por todo el centro de la ciudad tras un paso de palio que recorrió con gracia y sin complejos la avenida de la Constitución de una sola chicotá. Veinticinco años de un acontecimiento como una coronación canónica no se cumplen todos los días y las celebraciones deben estar a la altura de las circunstancias. A las nueve de la noche, casi dos horas antes de lo previsto inicialmente, pero sin que le hubiese caído una gota de agua en todo el recorrido, hizo su entrada en la Santa Iglesia Catedral la Virgen de la Estrella. La Valiente. Con un final feliz a pesar de las dificultades. Como en 1932, cuando desafió el boicot del resto de las hermandades al gobierno republicano. Como en 1976, cuando abandonó su casa y se marchó a un templo propio. Como en 1999, cuando se sobrepuso a un aguacero nada más salir camino de su coronación. Como tantas y tantas veces. La historia no deja de repetirse una y otra vez . La Estrella es la certeza de que todo va a salir bien.



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Author : (abc)

Publish date : 2024-10-31 21:42:50

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