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A cada cual su estilo

A cada cual su estilo



Volvemos de nuevo a programas dedicados a compositoras del siglo XX , pianistas por más señas, que convergieron en un programa a cargo del pianista bilbaíno Antonio Oyarzábal , que nos ofreció una selección de su penúltimo disco titulado ‘La Muse Oubliée’ (2021), ya que el último también las tiene como protagonistas, pero en este caso ‘latinas’ ( ‘Latin American Woman Composers’ , 2023). Concurrían en el recital que nos presentaba autoras de cinco países , de Estados Unidos y de Europa, y diríamos que a pesar de la diversidad encontramos dos rasgos que nos parecen comunes . El primero que nos llama la atención es el de unas cualidades musicales extraordinarias , ya que casi todas destacaron pronto como niñas prodigio a edades verdaderamente tempranas, y luego adquirieron una formación europea , clásica, decisiva, dependiendo siempre su calado de las trabas sociales que fueron encontrando en su camino. La otra peculiaridad es la de compartir una música generalmente amable, melódica, de carácter con frecuencia danzable, emparentada diríamos con la música de salón . Pero el pianista nos pareció que añadía una tercera: una interpretación muy personal, que imponía prácticamente a cada obra. La primera concurrente cumple todos estos puntos de encuentro. Hablamos de Mana-Zucca , neoyorquina de familia de emigrantes polacos, quien con sólo ocho años actuó de solista en el ‘Concierto para piano n.° 1’ de Beethoven con la Orquesta Sinfónica de Nueva York. Pudo estudiar en Berlín con Josef Weiss , y posteriormente seis meses con Ferruccio Busoni . En Londres destacó como cantante de diversas comedias musicales (el canto fue, junto al piano, otro rasgo común de estas compositoras). Con un catálogo inmenso, su ‘Preludio op. 73’ se sostiene sobre una célula básica que va desarrollando distintos aspectos de forma repetitiva y variada desde el planteamiento original. Amy Beach fue otra niña prodigio, si bien su mérito fue proceder de un entorno rural; sin embargo no tardó en erigirse solista con la Sinfónica de Boston . Destaca por haber trascendido el ámbito puramente camerístico y alcanzar el orquestal, en el que obtuvo reconocimiento su ‘Sinfonía Gaélica’ , de raíces irlandesas pero en la tradición clásico-romántica, en el que Brahms es su preferencia. En este caso nos traía evocaciones escocesas en su ‘Scottish Legend Op.54 nº1’ textura acórdica. A las dificultades habituales para la composición femenina se añadía en el caso de Florence Beatrice Price el de no ser blanca y haber nacido en el sur (Arkansas). Sin embargo fue la primera mujer afroamericana en ser reconocida como compositora sinfónica. También mantuvo la tradición europea, que mezcló con raíces sureñas ( espirituales negros ), como en la obra presentada, ‘Sketches in Sepia ‘. Sin embargo, nos pareció que esta representación norteamericana era la más endeble de las presentadas, porque unas cualidades interpretativas no siempre son extrapolables a una compositora o compositor. Por ello creímos que envolverlas en enormes brumas de armónicos a base del uso intensivo del pedal derecho -a la vez que lo ensombrecía todo con el izquierdo- estaba destinado a magnificar el valor de cada obra. Pero al pasar a la parte francesa el nivel indudablemente subió desde la aparición de Mel Bonis (en realidad, Mélanie), una parisina que absorbió directamente las esencias de la música de su época, entre otras razones porque recibió las enseñanzas de maestros como César Franck . La música de Bonis está, sin duda, más elaborada, con una amplitud textural, escalas de tonos enteros, pasajes modulantes, cambios de mayor/menor… Las cuatro breves piezas que componen ‘Femmes de légende’ presentan esquemas más variados y un aprovechamiento del teclado más imaginativo. Pero desde el principio ( ‘Phoebe’) , los rapidísimos arpegios se arremolinaban en la tapa del piano, mientras las notas de la melodía se abrían paso como podían. Y puede que fuese una de las piezas que se adecuara a un estilo impresionista; pero es que las dos siguientes presentaban el mismo planteamiento. Sólo el ritmo vivo de ‘Viviane’ pareció librarse parcialmente. Lili Boulanger fue flor de un día, al dejarnos a los 24 años. Sin embargo, fue tiempo suficiente para que disfrutáramos de composiciones que aunaban una técnica suficiente muy capaz y una imaginación de naturaleza evocadora, como demostraron las ‘Trois Morceaux pour piano’ . Entre la vida y la muerte, entre el Premio Roma (el más importante al que podía aspirar un compositor) con sólo 19 años o la I Guerra Mundial… Estas tres pequeñas piezas traslucen su inquietud, su desazón y su esperanza. No lo sentimos así. Cada nota resulta de una vida propia y lo que nos transmite debe combinar ese mundo interior, tan contradictorio, con el ajeno. Hubo un pequeño ‘descanso’ del pedal, ya que se ajustó oportunamente al vivaz ‘Cortège’ . Optimista por naturaleza, a Germaine Tailleferre algunos episodios de su vida se lo pusieron difícil. ‘Dos piezas’ muy distintas la representan. En la primera, más extensa ( ‘Larghetto’ ), de nuevo una célula motriz va variando de un modo acórdico con una escueta presencia de la mano izquierda. Un sucinto y lento vals , basado esta vez en una misma frase que va cambiando paulatinamente, cerró su participación. Este efímero vals se inició ‘limpio’ de forraje, pero incluso en su brevedad terminó acumulando restos armónicos. De Emiliana de Zubeldía , alumna de D’Indy en la Schola Cantorum de París , nos trajo los ‘Esquisses d’une après-midi basque’ , seis brevísimas piezas de carácter más evocador que descriptivo. Sólo la segunda de ellas, titulada en español ‘El eco en la montaña’, podía justificar tal ‘reflexión’ sonora acumulativa. Sin embargo hemos de consignar que en el disco esta sensación no se percibe así, seguramente por las condiciones acústicas del estudio de grabación. Finalizaba el programa con música checa de Vítězslava Kaprálová , y una obra titulada ‘Preludios de abril’ Op.13 , dividida en cuatro movimientos. El ‘Andante’ nos hacía caer en dos elementos más del estilo del pianista: mantener durante casi todo el programa unas dinámicas entre medio fuertes y fuertes , es decir, una limitada amplitud dinámica. Sin embargo, ahora por fin le oíamos los primeros pianísimos , y además muy bien conseguidos, ya que cuando había intentado alcanzarlos lo había hecho con la sordina, que inmediatamente oscurece el pasaje; o bien con los dedos sin hundirlos del todo, lo que produce que los acordes se desigualen. Hasta esta pieza, hubiésemos dicho que todo lo anterior mantenía un estilo común, el del pianista, ahogando la diversidad de cada una de ellas; en cambio la fuerte personalidad de la compositora la distinguieron. A Oyarzábal dedos no le faltan, ni memoria tampoco: sólo necesita oír esa música con una cierta distancia, tal como es, sin colorantes ni edulcorantes.



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Author : (abc)

Publish date : 2024-11-15 00:20:28

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