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El cardenal pontífice

El cardenal pontífice



Sevilla ha perdido su cardenal. El primer hijo de la archidiócesis que se convertía en príncipe de la Iglesia desde el siglo XIX. La lista de purpurados hispalenses no es tan larga como se cree, apenas siete nombres a los que Miguel Ángel Ayuso Guixot, antiguo alumno del colegio Claret, se unió el 5 de octubre de 2019, en un consistorio convocado por Francisco. El propio Papa anunciaba este lunes en una audiencia con jainistas de la India que su estrecho colaborador, prefecto del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso, «estaba al final de su vida». De hecho, los organizadores de Encuentro Sevilla, del movimiento Comunión y Liberación, habían previsto que el cardenal Ayuso mantuviera un diálogo con el filósofo musulmán Wael Farouq como colofón de estas jornadas culturales, pero la enfermedad lo impidió. Que el propio Francisco lo tuviera presente en la audiencia y lo disculpara de manera tan sentida da idea del aprecio que sentía por el purpurado hispalense. Ayuso era uno de los más destacados colaboradores de Francisco desde su elección en el cónclave de 2013. Su carrera vaticana se había inaugurado un año antes, cuando Benedicto XVI lo nombró secretario del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso por su experiencia de misionero (pertenecía a la congregación de los combonianos) en Egipto y Sudán, países de mayoría musulmana. Su especialidad era el Islam; probablemente no había nadie en el Vaticano que lo conociera tan en profundidad. En 2019, Francisco lo puso al frente de ese ‘ministerio’ encargado de las relaciones con las otras religiones no cristianas y lo reforzó creándolo cardenal. Era un gesto de reconocimiento, confiriéndole autoridad no sólo académica por sus años de profesor y luego director del Pontificio Instituto de Estudios Árabes e Islámicos de Roma, sino en el impulso de la convivencia ante la preocupante extensión del fundamentalismo islámico llevada a cabo por el ISIS y otros grupos seguidores de la Yihad en los años precedentes. El encargo papal fructificó con la Declaración sobre la Fraternidad Humana por la paz mundial y la convivencia común que el Papa Francisco suscribió en febrero de 2019 Abu Dhabi con Ahmed Al Tayeb, el gran imán de la mezquita Al-Azhar de El Cairo ( no lejos de donde Ayuso ejerció de párroco), que alberga la universidad islámica más antigua del mundo. Esa declaración, fraguada gracias al cardenal sevillano, está en el origen de la encíclica ‘Fratelli tutti’. El propio purpurado Ayuso esbozaba las líneas maestras que habían cimentado tanto la declaración de Abu Dhabi como la encíclica papal en una entrevista con Religión Digital: « ¿Por qué no caminamos juntos, por qué no miramos hacia delante y nos ponemos uno al lado del otro para caminar y mejorar el mundo en el cual vivimos?». Su trabajo al frente del dicasterio para el Diálogo Interreligioso siguió dando sus frutos durante el reciente viaje de Francisco a Indonesia y Timor Oriental en septiembre. No hay que olvidar que Indonesia es el país con mayor población musulmana y en su capital, Yakarta , el Papa visitó junto con el gran imán de Istiqlal, Nasaruddin Umar, el pasadizo conocido como ‘túnel de la amistad’, que une por debajo de la autopista la mezquita con la catedral de Nuestra Señora de la Asunción. Es un gesto, solo un gesto, pero bien elocuente. «Si pensamos en un túnel, fácilmente imaginamos un recorrido oscuro que puede darnos miedo, especialmente si estamos solos. Aquí en cambio es diferente, porque todo está iluminado . No obstante, la luz que los alumbra son ustedes, con su amistad, con la concordia que cultivan, con el apoyo mutuo y con su caminar juntos que los conduce, al final del camino, hacia la luz plena«, dijo Francisco. Es fácil pensar en el cardenal Ayuso como un pontífice, según la etimología latina de la palabra con que se suele designar al Papa como sumo hacedor de puentes, tal es su significado. Ayuso construyó toda su vida en torno a la idea de conocer al otro y tender puentes. Quizá no deje mejor legado que el documento que firmaba este marzo, al inicio del Ramadán, en el que expresaba que «la condena y el rechazo de la guerra deben ser inequívocos: toda guerra es fratricida, inútil, insensata y oscura. En la guerra, todos pierden». «La paz es un don divino, pero al mismo tiempo el fruto del esfuerzo humano, especialmente en la preparación de las condiciones necesarias para su establecimiento y conservación», sostenía en el mensaje con el que felicitaba el mes de ayuno sagrado del Islam bajo el título ‘ Cristianos y musulmanes: apagad el fuego de la guerra y encended la vela de la paz’. Esa misma vela de la paz y el descanso eternos que desde este lunes, 25 de septiembre, luce perpetuamente para el cardenal Ayuso.



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Author : (abc)

Publish date : 2024-11-25 17:11:28

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