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Una pareja distinta, pero no distante



Juventudes Musicales de Sevilla y el Teatro de la Maestranza nos traían un dúo formado por saxo y piano en la sala eufónica Manuel García , en su disposición habitual, que es la que presenta una acústica más adecuada, al menos para la música de cámara. Juventudes traía de nuevo a Sevilla a esta pareja de músicos extremeños, que agradecían de corazón al público que llenaba por completo la sala su presencia, así como al Teatro y a Concha Arenal como representante de JJMM. Posteriormente, el saxo Ismael Arroyo también presentaba y hacía unas notas al programa en vivo, explicando el título del recital, ‘ Origen y raíces’ aclarando que es un programa de música española, en el que participan compositores españoles o influenciados por nuestra cultura. Aclaremos antes que la música clásica acoge desde hace muchos años instrumentos como el saxofón, sobre todo en orquesta, pero que es más extraño encontrar obras conocidas escritas exclusivamente para este instrumento, por lo que lo más habitual es contar con arreglos, caso de la mayoría de las obras que nos presentaron. Encabezaba el programa la obra ‘Requiebros’ (1934) del violonchelista Gaspar Cassadó que compuso para su maestro, Pablo Casals , y que aquí la oíamos para saxo alto y piano . El original rezuma música andaluza y no es pieza fácil para el chelo, así que las transcripciones suponen siempre un posible plus de dificultad, como también veremos en la obra siguiente. La breve y conocida pieza servía para ir conociendo a esos ilustres invitados, tanto para admirar su virtuosismo, como su elegancia y buen sonido, impresión que sólo iría en aumento a lo largo del programa. Pero también es cierto que frente a una lectura refinada y exquisita se pueden oír otras interpretaciones más pasionales y vehementes, con tiempos más acelerados, y en ambos casos resultan aceptables, aunque con el saxo acaso se podía haber mostrado un sonido algo más ‘roto’ en ciertos momentos, no al nivel que podemos oír al instrumento en el rock o en el pop, pero sí cruzando la raya de una melodía con frases redondas y arqueadas. También pudimos escuchar la ‘Sonata Nº 2 «española» Op.82 en Sol mayor de Joaquín Turina , en donde nos recordaban que el original era para violín y piano y advertían que la tesitura en el saxo, esta vez el soprano , causaría dificultades al intérprete, como así fue, ya que tocó el techo de los agudos -nos pareció que en dos notas-, y seguramente hay que ser un auténtico virtuoso para que aquello no hubiera ‘pitado’ estentóreamente. Sorteó el escollo con finura, así como (se) expuso con melodías más arriba de lo habitual, y se le agradece haber corrido el riesgo con tal de ofrecernos esta maravilla de sonata para el saxo. Y aún más: el ‘tema’ -marcado así en la partitura- es expuesto por el violín de un modo recogido e íntimo; en el saxo Arroyo todavía añadió una presentación de la idea con la llamada ‘respiración circular’, en la que se almacena y expulsa el aire por la boca, mientras se inspira por la nariz, de manera que no se interrumpe el fraseo. El efecto, espectacular. No hay ni que destacar la traza andaluza de algunas ideas y acompañamientos de dicha ‘Sonata’, y de igual forma nos venía a la cabeza aquellos festejos, ferias con un grupo o banda amenizando la velada con el canto del saxo como protagonista, por ejemplo a ritmo de un pasodoble (había momentos en que parecía oírse escondido). Tuvimos también el estreno absoluto de una pieza: ‘Obra para saxofón y piano’ de Jorge Grudman , que Arroyo definía como minimalista, posromántica y, verdaderamente, nos resultó así, ya que alternaba una célula motívica que resultaba secuenciada una y otra vez (ascendida o descendida, con posibles y leves cambios de notas vecinas), y que podría resultarnos tanto un bello ‘estudio’ como un ‘tramado barroco’ (recuerden aquel emblemático tema de ‘El contrato del dibujante’ de Michael Nyman). Y estos iban alternando con temas ciertamente ‘románticos’, dueños de una plasticidad que casi podíamos verlos en imágenes, que tal era su carácter evocador, digno de una gran banda sonora. Pero es que casi lo mismo podíamos decir de ‘Suite para saxofón y piano’ del gran Pedro Iturralde , que tantas veces vino a Sevilla (y que en 1967 ya firmaba en el Festival de Berlín su disco ‘Jazz Flamenco’). Al igual que Grudman, alternaba estos momentos de intensidad lírico-cinematográfica con el jazz… escrito; y ahí el mérito -más bien arte- de leer las notas en clave de jazz, más allá de la partitura, especialmente el pianista, un mérito infinito. También Arroyo lo hizo, pero este tocó todo el concierto libre de partituras. A fuer de ser pesados, en este momento plenamente jazzístico sí hubiese venido bien buscar un sonido menos escolástico y más ‘rajado’ y desgarrado. Por último, nos ofrecieron diversos fragmentos de la ópera ‘Carmen’ de Bizet , arreglados por François Borne , con el nombre de ‘Fantaisie Brillante sur des airs de Carmen’ , semejante a la de Sarasate con el violín. Ni que decir tiene que Arroyo arrolló con la velocidad y articulación de su ‘alto’, en especial partiendo de la ‘Habanera’ y luego ‘Les tringles des sistres tintaient’ ( Horowitz hizo unas variaciones de esta canción gitana para el piano), partiendo de la última sección, la más acelerada y brillante. Destaquemos finalmente la perfecta interacción entre los dos excelentes jóvenes , de parejo lustre , en el que sobresalió la claridad de ambos, el sonido empastado y equilibrado y un sonido, tanto juntos como por separado, muy atractivo.



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Author : (abc)

Publish date : 2025-03-18 23:41:00

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