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Un soneto desconocido de Cervantes



A Cervantes le pasa un poco como a Unamuno, Borges y alguno más: se tiende a tomar demasiado en serio, cuando en realidad era un genio del humor y la ironía, «el regocijo de las musas» (como se denomina en el ‘ Persiles’ , 1617). Quizá el caso más trágico sea la autodeclaración sobre su capacidad poética en el ‘Viaje del Parnaso’ (1614), cuando en un famoso terceto dice: «Yo, que siempre trabajo y me desvelo / por parecer que tengo de poeta / la gracia que no quiso darme el cielo» (I, vv. 25-27). Como si Cervantes fuera tonto, se ha dicho que es una confesión desengañada de sus pocas dotes, una constatación de su fracaso y no sé cuántas cosas más… que, por desgracia o por fortuna, no se sustentan por ningún lado. En un contexto irónico, dentro de un texto jocoserio como el ‘Viaje del Parnaso’ y en un parlamento de reivindicación orgullosa de su currículum como escritor hecho en primera persona, hay que entenderlo al revés: como una declaración de la confianza en su arte y una defensa frente a los ataques de unos y otros. Más precisamente, Cervantes marca una oposición entre los conceptos de esfuerzo (arte) y gracia (inspiración) en la dialéctica sobre si poeta se nace o se hace , pero esta es otra historia. La verdad es que la poesía de Cervantes es una historia de amor y odio: amor cervantino, porque repite una y otra vez que desde joven amó «el arte / dulce de la agradable poesía» (‘Viaje del Parnaso’, IV, vv. 31-32) y sus primeros textos son poemas; y odio de muchos otros, pues Lope dice en una carta que entre los poetas «ninguno hay tan malo como Cervantes». Entre tanto toma y daca, Cervantes, que era de todo menos tonto (y manco), juega a presentarse cómicamente, aunque sea con la sonrisa torcida: en el escrutinio de la biblioteca del Quijote (I, 6), hace que el cura diga que su amigo Cervantes es «desdichado en versos», otra vez en el viaje parnasiano se dibuja como «Adán de los poetas» (I, v. 202) según una etiqueta que puede querer decir muchas cosas (el primero, poeta desde siempre, escritor a la antigua), o «cisne en las canas, y en la voz un ronco / y negro cuervo» (I, vv. 103-104). Pero, con todo, la cosa dolía, según revela el prólogo a sus ‘Ocho comedias y ocho entremeses nuevos nunca representados’ (1615): reproduce el testimonio de un autor (o director) de teatro, quien dice que «de mi prosa se podía esperar mucho, pero que del verso, nada». Por todo esto, hasta hace poco la poesía cervantina parecía el patito feo de su obra. Pero, cuando menos se espera, se abre el cielo y llueve maná. Recientemente, Roland Béhar, profesor de la École Normale Supérieure (ENS) de París y todo un cortesano renacentista, ha descubierto un soneto desconocido de Cervantes, que se encontraba durmiendo el sueño de los justos en un libro que se creía perdido: la Relación (‘relato’) de las fiestas que el conde de Lemos hizo en Nápoles en 1612 para celebrar la publicación de la alianza matrimonial hispano-francesa decidida en febrero de aquel año y que llevaría a una doble boda en 1615 (Luis XIII- Ana de Austria y el futuro Felipe IV-Isabel de Borbón), custodiado en la Biblioteca General Histórica de la Universidad de Salamanca. El tesoro estaba en casa, no como el textito quevediano descubierto hace poco. Dentro de los preliminares habituales de todo libro de la época, se encuentran varios poemas de elogio (de peloteo, se diría hoy) al autor y la obra, entre los que figura un soneto circunstancial de Cervantes titulado simplemente ‘De Miguel de Cervantes a don Juan de Oquina’: Salen a luz por vuestro buen deseo, don Juan de Oquina, las heroicas fiestas que a la envidia serán siempre molestas en cuanto al mundo diere luz Timbreo; el alto ingenio y las grandezas veo (a la tierra y al cielo manifiestas) de vuestro dueño en ellas, y son estas honra de Lemos, gloria de Himineo. De generosos ánimos modelo, leyes de quien las galas la reciben, demostración de bien fundado gusto, fiestas en fin de quien se alegra el cielo, se enamora la tierra, y que aperciben venturas nuevas al novel Augusto. El poema, como puede verse, no es gran cosa literariamente, pero su conocimiento es fundamental para entender mejor varias cuestiones importantes tanto sobre la vida como sobre la obra de Cervantes. Para empezar, muestra un poco más las relaciones de Cervantes en el campo (o sociedad) literario del momento porque lo conecta con Oquina y lo posiciona en la órbita de la red clientelar del conde de Lemos frente a la idea tan cacareada de su triste marginación. Asimismo, demuestra la creciente presencia de Cervantes como autoridad en los paratextos de libros de nuevas obras y, sobre todo, su participación activa en «una gran operación de adulación cortesana hacia el conde de Lemos», virrey de Nápoles a quien dedicará en desfile las ‘Novelas ejemplares’ (1613), el segundo Quijote (1615), el volumen teatral y el ‘Persiles’. Por fin, libro y soneto también permiten leer bien un par de pasajes del ‘Viaje del Parnaso’, que no paro de citar: primero, el elogio de un tal Pedro de Morales tiene que identificarse con el contador del virrey, quien ayuda a Cervantes en algún momento de estrechez económica; y, segundo, el pasaje sobre las fiestas napolitanas (VIII, vv. 334-351) es una versión poética del texto de la relación, que explica perfectamente la vestimenta «de encarnado y plata» del conde y la identidad de tres caballeros que participan en las justas de las fiestas («el duque de Nocera», «de Santelmo el fuerte castellano» y «el Troyano Arrociolo»), que corresponden respectivamente al duque de la Nocara, don Antonio de Mendoza (castellano de Santelmo) y don Troyano Caracholo (o Caracciolo), que nadie había logrado resolver hasta ahora. Palabra de editor de la poesía cervantina. Y hay más, porque doy otro pequeño spoiler: esta relación reaparecida invita a revisar la cronología de publicación de las ‘Novelas ejemplares’, pero no digo más. Que, por si fuera poco, también anda por ahí el conde de Villamediana para redondear la jugada. Todo esto sólo con un poema más, porque se explica a las mil maravillas. Quien quiera más detalles, puede ir a ver el estudio de Béhar, que parece tanto una novela policíaca en miniatura por las peripecias del descubrimiento como la verdadera obra de arte en lugar del soneto. Si no, fíense de este trujamán.



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Author : (abc)

Publish date : 2025-04-23 18:15:00

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