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El calor y la contaminación asfixian a España y dejan un rastro de 30.000 muertes al año



El año 2024 ha pasado a la historia como el más caluroso desde que existen registros. Las olas de calor se prolongaron más que nunca, los incendios forestales batieron récords de extensión y la temperatura media global superó por primera vez el umbral de 1,5 °C respecto a la era preindustrial. Este escenario extremo no solo dejó cifras meteorológicas inéditas, sino también una factura sanitaria alarmante : el calor extremo mata ya a más de medio millón de personas cada año en todo el mundo, según el informe Lancet Countdown 2025, que se publica este miércoles. El documento, elaborado por más de 120 instituciones de investigación y agencias de la ONU, es la evaluación más completa hasta la fecha sobre los vínculos entre cambio climático y salud . Sus conclusiones son contundentes: trece de los veinte indicadores que miden las amenazas climáticas a la salud han alcanzado máximos históricos en el último año . Entre esos indicadores figuran el aumento del 63% en las muertes por calor desde los años noventa —hasta 546.000 anuales— y una exposición sin precedentes a temperaturas extremas entre los grupos más vulnerables: los bebés y los mayores de 65 años. En comparación con el periodo 1986–2005, la exposición de los recién nacidos a olas de calor se ha incrementado un 390%, y la de los mayores, un 305% . Ambos grupos son los más susceptibles de sufrir deshidratación , golpes de calor o descompensaciones cardiovasculares. A esto se suman 2,5 millones de muertes por contaminación del aire derivadas de la quema de combustibles fósiles y 154.000 fallecimientos atribuibles en 2024 al humo de incendios forestales . El informe también señala un aumento en los infartos y otras complicaciones cardíacas vinculadas a las olas de calor, así como el impacto del calor nocturno sobre la calidad del sueño y la salud mental: cada vez más personas en regiones templadas duermen peor por las altas temperaturas sostenidas. Además, el calentamiento global está modificando los patrones de transmisión de enfermedades infecciosas: el riesgo de contagio de dengue ha aumentado un 48,5% para el mosquito Aedes albopictus y un 11,6% para Aedes aegypti en comparación con la década de 1950. Este avance del vector se observa ya en el sur de Europa, incluida España, donde el riesgo de importación de casos es creciente. «El balance sanitario de este año presenta un panorama sombrío e innegable de los devastadores daños para la salud que llegan a todos los rincones del mundo, con amenazas nunca vistas para la salud«, advierte a ABC Marina Romanello, Directora Ejecutiva de Lancet Countdown en el University College de Londres, quien también indica que « la destrucción de vidas y medios de subsistencia continuará escalando hasta que pongamos fin a nuestra adicción a los combustibles fósiles y mejoremos drásticamente nuestros esfuerzos para adaptarnos». En cuanto a los datos en España, en 2024 cada persona en el país estuvo expuesta a 17 días de ola de calor de media , y el 90% de ellos no se habrían producido sin el cambio climático. Esa exposición adicional se tradujo, solo el año pasado, en la pérdida de 174,6 millones de horas potenciales de trabajo, un 44% más que en la década de 1990, con un coste estimado de 2.870 millones de euros. El sector más afectado fue la construcción, que concentró casi la mitad de las pérdidas. El impacto humano es igualmente severo. Se registraron 6.700 muertes relacionadas con el calor en España , más del doble que en los noventa y que colocaron a nuestro país como el segundo con más víctimas por el calor en toda Europa . En los mayores de 65 años, el valor económico de la mortalidad atribuible a las altas temperaturas alcanzó una media de 2.930 millones de euros anuales en el último lustro. A todo ello se suman los incendios y las sequías. Entre 2020 y 2024, el país tuvo un promedio de 55 días al año con riesgo alto de incendio, y las partículas finas procedentes del humo se vincularon a más de mil muertes anuales. El 61% del territorio español experimentó al menos un mes de sequía extrema cada año —casi seis veces más que en la década de 1950— y la temperatura media del mar en torno a la península fue 0,83 grados superior al promedio de 1981–2010. La contaminación atmosférica sigue siendo un gran factor de riesgo. Solo en 2022 se atribuyeron a la polución por partículas finas (PM2,5) más de 22.000 muertes en España , el 44% de ellas por la quema de carbón y gas y otro 46% por el uso de gasolina en el transporte. El coste económico de la mortalidad prematura asociada a esta contaminación alcanzó los 43.300 millones de euros. Ante esta situación, el informe reconoce progresos en algunos ámbitos, aunque advierte de su lentitud. Entre 2016 y 2022, las emisiones de CO2 procedentes de combustibles fósiles se redujeron en España un 9% , y en 2022 las renovables ya representaban el 34% de la electricidad y el 8,4% de la energía total, mientras que el carbón cayó hasta un 2,7% del mix eléctrico. Sin embargo, el transporte por carretera sigue dependiendo en un 95% de los combustibles fósiles, y la electrificación del sector continúa siendo marginal, con menos del 0,2%. Además, la política fiscal energética mantiene incoherencias: en 2023 España destinó 6.810 millones de euros más a subvencionar combustibles fósiles que lo recaudado en precios al carbono. En paralelo, el índice nacional de preparación frente al cambio climático descendió un 7% interanual y se perdieron más de 85.000 hectáreas de cubierta arbórea en 2023. En materia de alimentación, las emisiones ligadas al consumo de productos agrícolas en España siguen dominadas por la carne roja y los lácteos (54% del total). El informe calcula que una dieta deficiente en alimentos de origen vegetal estuvo relacionada con casi 39.000 muertes , mientras que el consumo excesivo de carne y lácteos provocó otras 31.500. «En España ya estamos viendo cómo el cambio climático se traduce en una crisis de salud pública », advierte Romanello. «La mortalidad asociada al calor, las pérdidas de productividad por las temperaturas extremas y la contaminación del aire están afectando directamente al bienestar de la población y a la economía del país». Romanello subraya que las soluciones «son conocidas» y ofrecen «beneficios inmediatos». «Reducir la dependencia de los combustibles fósiles, acelerar el despliegue de energías renovables, eliminar las subvenciones al carbón y al gas y promover dietas más saludables son medidas que salvan vidas , limpian el aire y reducen costes para el sistema sanitario», explica. «Proteger la salud de las personas —añade— requiere una transición justa, rápida y con la implicación de todos los sectores de la sociedad». A escala global, los autores de Lancet Countdown alertan de que las políticas actuales «conducirán a un calentamiento de 2,7 grados a final de siglo «, con consecuencias «catastróficas» para la salud. »Si seguimos atrapados en la dependencia de los combustibles fósiles, los sistemas sanitarios, la infraestructura de refrigeración y las capacidades de respuesta a desastres pronto se verán desbordados, lo que supone un riesgo aún mayor para la salud y la vida de los ocho mil millones de personas que habitan el planeta«, dice Nadia Ameli, copresidenta del grupo de trabajo de Lancet Countdown.



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Author : (abc)

Publish date : 2025-10-29 01:34:00

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