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Anduaga: recital subido de tono



A pesar de su juventud, Xabier Anduaga lleva una carrera fugaz como tenor, y con razón. El programa que presentaba nos parecía que buscaba gustar, por una parte, ya que la mayoría del mismo constaba de canciones o autores muy conocidos; pero también estaba hecho prácticamente a la medida de un cantante que se siente especialmente cómodo en la zona alta de su tesitura y armado con un volumen excepcional . Pero ambas características, que cualquier cantante podía desear, en él de alguna manera lo condicionan en tanto que debe elegir un repertorio en el que pueda moverse fundamentalmente en dicha región aguda. E incluso en este aspecto, sólo dos veces se alcanzó sobreagudos propiamente dichos: ‘Fra poco’ (‘Lucia’) de Donizetti y ‘La donna è mobile’ (‘Rigoletto’). Lo que ocurre es que es tal su empuje -además de contar con un sonido con cuerpo y fornido- que todos los finales resultaban apabullantes, como más altos de lo que a la postre estaban escritos. Ya veíamos esto desde ‘La ricordanza’ de Bellini, en donde apenas pasados unos cuantos compases ya explosionaba su volumen y si tenía que bajar en algún momento -seguimos sin salir de la misma pieza- en torno al pasaje, tiraba de falsete. Fue una constante en todo el recital, en las pocas veces que bajaba a la media voz. El problema de esto también es que homogeneizaba cuanto cantaba, hermanando estilos, compositores o los distintos acentos expresivos de los textos, y eso que su dicción es excelente. Lo que parecía importarle eran esas dinámicas expansivas como pocas veces hemos visto, rematadas en el agudo final. Por cierto, el mencionado sobreagudo de ‘La donna…’ va precedido de unas agilidades en bucle que nos hubiera gustado que hubiesen sonado más marcadas y definidas. Pronto nos dimos cuenta de que el pianista nos daba la razón: para saber con exactitud qué matices debía estar expresando el cantante sólo había que oír a Pikulski : ajeno en este aspecto al vendaval Anduaga, él marcaba los matices tal como estaba indicado en la partitura de una forma magistral. Desde que puso sus manos en el piano oímos un sonido limpio, transparente, elegante, destensado, asignándole a cada nota su peso específico, en un alarde de individualidad y conjunción, con plena independencia de las manos, como pudimos seguirlas en la ‘Paráfrasis de concierto de Rigoletto, S 434’ de Liszt , en el que por lo común la ‘voz’ quedaba en la mano izquierda, que ‘cantaba’ sobre la melodía del cuarteto del último acto de la ópera, pero con absoluta tranquilidad, cruzándose una y mil veces con las endiabladas escalas de la mano derecha que recorrían el teclado de parte a parte. Y lo mismo con el ‘Ständchen’ de Schubert , parafraseado también por Liszt , en el que todas las veces que se repitió la famosa melodía parecía cantada. Y qué decir del exquisito cuidado de los pedales, decisivo en un autor como Liszt, en el que las texturas se suelen confundir y embrollar. Es verdad que en las tres canciones de Reynaldo Hahn (‘À Chloris’, ‘L’heure exquise’ y ‘Si mes vers avaient des ailes’) Anduaga tuvo un canto más controlado, aunque los cambios al falsete no los olvidó (‘ L’heure’ ), al igual que en ‘Flor roja’ . ‘No puede ser’ de su paisano Sorozábal supo gestionarla con verdadero esplendor, y quizá fuese el ejemplo más palmario de final esplendente con un agudo que parece más de lo que es. Volvemos a reclamar los sobretítulos . No es posible que teatros que no tienen ni página web con la programación vigente puedan ofrecérnoslos por sistema y que en el Maestranza no se piense más que en ahorrar.



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Author : (abc)

Publish date : 2025-12-09 01:32:00

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