Las imágenes religiosas evocan a Dios , a la Virgen o a los santos, pero en último término no esconden su esencia: son esculturas de madera bendecidas (o cuadros, a veces) ante las que se reza porque se representan a personas, humanas o divinas, que fueron de carne y hueso en la tierra. Ahora bien: ¿cómo serían las imágenes devocionales si tuvieran aspecto más humano? Con la carnalidad y la textura de la piel y de no de la madera policromada. La pregunta se la hizo Francisco Gómez Sanmiguel , presidente de la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba entre 2012 y 2020 y antes, durante y después, amante de la fotografía. Sabía que había aplicaciones de Inteligencia Artificial que pueden dar una textura distinta a las imágenes y se puso a ello. Primero, con el Señor de la Humildad y Paciencia . Más tarde, con la Virgen de los Dolores, la Señora de Córdoba . Lo primero que aclara es que no es nada automático : «Hay muchos parámetros que varían y hay que dar muchas vueltas y pasar unas cuantas horas hasta que obtienes el resultado que te satisface. Nunca sale a la primera». Lo primero es escoger la fotografía adecuada, siempre un primer plano. Después es el tratamiento, que hace «con el mayor respeto y cariño », que es el que se debe a la devoción y a la religiosidad. Durante varias horas va dando pasos: «Se modifica la textura, el aspecto de la piel, los labios, los ojos ». Y así llega hasta el resultado que pretende. «En ningún momento juego con las imágenes ni busco herir la sensibilidad de nadie», dice. En el caso del Señor de la Humildad y Paciencia llama la atención que en la fotografía resultante, el pelo y sobre todo la barba y el bigote no tienen la textura de la madera tallada, sino del pelo de verdad, incluso con canas. Muestra además el Señor unas pequeñas arrugas en los párpados que no están en el original, y es perceptible la carnalidad de la boca, aunque la imagen es identificable. Lo mismo sucede con la Virgen de los Dolores, que no tiene la pálida policromía dieciochesca que la hace inconfundible, y sí un rostro que, sin dejar de tener unción, muestra la textura más de una mujer que de una escultura. Se percibe así en la caída de los ojos, en las cejas, en las mejillas , en las lágrimas y en la boca, aunque ninguno de los muchos que le rezan habitualmente deja de identificar a la Señora de Córdoba en la imagen. Francisco Gómez Sanmiguel continuará en el futuro, ya que, aunque no ha faltado algún tirón de orejas, «los comentarios han sido muy buenos».
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Author : (abc)
Publish date : 2024-07-21 22:19:22
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