En un mundo cada vez más globalizado, la oportunidad de estudiar en el extranjero se ha convertido en una experiencia altamente valorada y enriquecedora para los jóvenes. Sin embargo, cuando una familia decide mandar a su hijo al extranjero , surgen desafíos emocionantes y, a veces, intimidantes. De hecho, cuando los estudiantes de ESO y Bachillerato llegan a otro país para cursar allí el próximo año escolar, la transición puede generar cierta inquietud, tanto a ellos en destino como a su familia en España, quienes se preguntan: Cómo pueden adaptarse a estudiar en el extranjero y a un nuevo país, una cultura diferente, un colegio nuevo o una familia desconocida. «Los desafíos iniciales son superables pero las recompensas a largo plazo son inmensas», señalan Elena y Borja Ortega, asesores educativos de TEAM up!, agencia especializada en educación internacional. «¡La experiencia merece la pena y es muy segura !», aseguran. Es natural, reconocen ambos expertos, «que la idea de estudiar en el extranjero despierte cierta inquietud en los adolescentes y sus familias . Esta ansiedad se supera, y podemos asegurar que la gran mayoría de los estudiantes internacionales se adaptan perfectamente y disfrutan de una experiencia maravillosa». Adaptarse a estudiar en el extranjero y a una nueva cultura es un proceso gradual y suele dividirse en varias etapas, indican. Reconocer y comprender estas fases «ayuda a facilitar la transición del adolescente y a comprender qué está viviendo», aseguran desde esta organización. Estas serían las cinco fases, según los expertos de TeamUp !: En esta primera fase, el adolescente suele sentirse entusiasmado y fascinado por la novedad de la cultura extranjera. Todo es nuevo y emocionante, desde la comida hasta las costumbres y el entorno escolar. Esta etapa suele caracterizarse por una actitud positiva y una gran curiosidad. Aquí los expertos recomiendan aprovechar el entusiasmo . «Animar al adolescente a explorar y participar en actividades escolares y extracurriculares. A diferencia de lo que ocurre en España, por ejemplo en Estados Unidos, el High School será su principal núcleo de actividad social y donde no tendrá problemas para hacer amigos y socializar, practicando deportes y participando en actividades extraescolares. Allí además es mucho más habitual que los colegios organicen eventos, en los que el alumno podrá disfrutar al máximo de su vida escolar, como por ejemplo el Homecoming, la fiesta de bienvenida del curso escolar en USA». Por otro lado, es necesario, aconsejan, que el estudiante «establezca rutinas diarias, que le proporcionen estabilidad y un sentido de normalidad». Después del entusiasmo inicial, el adolescente puede comenzar a sentir los efectos del choque cultural . La novedad se desvanece y las diferencias culturales se vuelven más evidentes y, a veces, frustrantes. Puede surgir la nostalgia por su país de origen y una sensación de soledad. Para combatir este sentimiento de inseguridad , advierten desde Team Up!, «se observa frecuentemente una actitud de negación de los valores y costumbres del nuevo país. Están en una etapa de comparaciones, de juzgar, y no son capaces simplemente de observar. En esta comparación, es normal que la nueva cultura aparezca por debajo de la propia; por ello, es natural que en esta fase los alumnos escriban más a la familia, a los amigos… Cuando pasa algo de tiempo, esas relaciones disminuyen». En esta etapa es necesario, apuntan, «mantener abiertas las líneas de comunicación para que el adolescente pueda expresar sus sentimientos y preocupaciones y darle apoyo. ¿Cómo? Identificando recursos como los coordinadores locales de la agencia, grupos de apoyo para estudiantes internacionales o actividades extracurriculares que puedan ofrecer apoyo emocional y social», explican desde esta entidad. A medida que el adolescente comienza a adaptarse, empieza a encontrar formas de manejar las diferencias culturales y a establecer nuevas amistades. Esta etapa es un proceso de aprendizaje continuo, donde se empiezan a formar nuevos hábitos y se desarrolla una mayor comprensión y aceptación de la cultura local. Es el momento, apuntan desde Teamup!, «de promover la integración, de animar al adolescente a participar en actividades escolares y comunitarias para facilitar la integración social y también de reforzar la identidad cultural. ¿De qué forma? Fomentando la conexión con su cultura de origen mediante actividades culturales, cocina tradicional, etc.». En esta etapa de sus relaciones con la nueva cultura son más neutrales. Es decir, consideran los valores y costumbres del nuevo país como algo distinto quizá, pero ya no los colocan en la escala bueno-malo. En este periodo, quieren sumergirse más en el alma y la cultura del país. El adolescente ya se siente más cómodo y parte de ambas culturas. Los síntomas de inseguridad que aparecían en un principio desaparecen, y ya están disfrutando plenamente de la experiencia. En esta fase, hay que «reconocer y celebrar los logros del adolescente en su proceso de adaptación y fomentar la resiliencia. La idea es continuar apoyando al adolescente en la construcción de habilidades de resiliencia y adaptación que le serán útiles en el futuro». Antes de que se dé cuenta, el estudiante entra en una fase de cuenta atrás , en la que ya empieza a pensar en su regreso a España y en la que los sentimientos son más contradictorios que nunca: tiene ganas de ver a su familia y a sus amigos, pero le produce mucha pena abandonar todo lo que ha vivido durante ese año, sus nuevos amigos, sus nuevos lugares favoritos…
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Author : (abc)
Publish date : 2024-08-13 06:04:10
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