Rafael Nadal y Novak Djokovic se dieron un abrazo sentido, compartidas las sonrisas, las risas y las felicitaciones de un lado y del otro. Que ha sido un viaje en paralelo desde hace casi veinte años y aunque siempre hubo rivalidad, también hay respeto y admiración. Tantas veces enfrentados, tantas veces mejorándose el uno al otro. El resultado, el lógico para esta parte de sus carreras, apenas importa. Era el homenaje a Nadal por parte de Djokovic, era el homenaje al tenis de antes por parte de los dos. En el multimillonario escenario del Torneo de Seis Reyes, Rafael Nadal y Novak Djokovic rasgaron las raquetas por última vez en la misma pista. Los más laureados del circuito masculino, con 22 y 24 Grand Slams respectivamente, ofrecieron un bis de viejos rockeros después de sesenta conciertos (31 para el serbio) a cada cual con más adrenalina. No la hubo tanto en Riad (6-2 y 7-6 (5) para Djokovic), porque a uno le queda poca energía y el otro no quiso hacer sangre, que para eso hay respeto después de casi veinte años peleando por todos los títulos. Un respeto que ambos entienden dando lo mejor de sí mismos. Como ha sido así en las grandes tardes en las que golpeaban a tope de adrenalina para encumbrar el tenis y a ellos mismos. Después de 29 finales, nueve de las grandes (trece para el español), jugaron en Riad por la consolación de este torneo de lujo con el aroma de las tardes de antaño, del tenis de antes, del que fueron dueños y mejores exponentes. Uno que empieza a desdibujarse porque se van jubilando los que lo crearon: puntos largos, estudio, estrategia, efectos, táctica, paciencia. Le faltó a Nadal la movilidad y la rapidez, claro, pero ha puesto otro punto de intención en este entrenamiento de calidad, recuerdos y emociones, que tiene, como todo lo que hace Nadal, el objetivo de mejorar. Incluso a estas alturas de su carrera, en plena gira de despedida, porque en noviembre no quiere otra cosa que ofrecer su mejor repertorio, en dúo o en solitario, lo que mejor le vaya a España para intentar levantar la Copa Davis. Por eso no hubo desgaste, ni por lado del español ni por parte del serbio, que ya se había dado una buena paliza ante Jannik Sinner, renuente como es a claudicar con estrépito. Pero hubo golpes de los de antes, de los que parecían para siempre. Y defensas de las más puramente nadalianas, la persistencia como ADN, y ataques precisos de lo más djokovianos. Y aplausos y felicitaciones de uno a otro, que se han jugado mucho, se han quitado más, pero era el momento de rendir el homenaje que el balear se merece incluso de sus más acérrimos rivales. El español ni apuró líneas ni lanzó esprines. Jugó de muñeca, de brazo, de ilusión desplegada en los aficionados, gritos de júbilo cuando logró su primer juego en el primer set, cuando levantó una rotura y se puso por delante en el segundo. Precavidos uno y otro, se jugaron un poco más en el segundo capítulo, enlazaron derechas paralelas el serbio y esos reveses tan cruzados como letales el español. Oportunidades de rotura para ambos que alegraron al personal, encantados con este revival que a partir de ahora solo podrá verse en las hemerotecas y los archivos. Pero Nadal no quiso irse sin regalar un nuevo vídeo que alimentará las incredulidades del futuro. Su estilo y su gen competitivo cuando ya Djokovic sacaba para ganar. Con 5-4 y resto, se soltó Nadal, el Nadal que está intentado el personal aprender a despedir de sus días y sus alegrías: dos latigazos marca de la casa, en carrera y con efecto hacia dentro que se llevó el aplauso, la sonrisa y la ovación de la grada. « Rafa, Rafa, Rafa », a lo árabe, como lo ha sido en todos los idiomas alrededor del mundo. No podía ser de otra manera que el partido se decidiera en un tie break, donde uno y otro han sido reyes gracias a esa mentalidad tan firme con la que siempre han sido superiores a muchos de su generación y generaciones posteriores. Ahí, lo mejor que tenían los dos, puntazos larguísimos, respeto mayúsculo y una victoria de Djokovic entre sonrisas de Nadal en el abrazo. Son los dos con más títulos en el circuito masculino, son los dos que más partidos han protagonizado en la ATP, tantas vivencias que hoy se acaban entre ellos, y que pone fin a una era irrepetible.
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Author : (abc)
Publish date : 2024-10-19 18:13:40
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