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Ganadores somos todos

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Alcanzamos el XX Certamen de Nuevas Voces Ciudad de Sevilla , lo que le otorga un carácter especial a esta edición, que ha servido para recordar por parte de la Asociación Sevillana de Amigos de la Ópera (ASAO) cómo se empezó con alumnos del conservatorio hispalense hasta llegar a esta edición, en la que se han presentado más de 100 cantantes, para llegar a esta final de sólo 10, pero procedentes de Argentina o Chile hasta China, Rusia o Filipinas. La selección ha dado como resultado unos cantantes magníficos , entre los que no habrá sido fácil encontrar al mejor, dada la calidad de gran parte de ellos. Y esto no lo decimos con carácter protocolario, que no es ese nuestro cometido, sino porque verdaderamente eran bastante buenos, con una gran variedad de propuestas que tocaban gran parte de los géneros operísticos, desde la ‘ Grand Opéra’ de Meyerbeer hasta la del siglo XX con ‘Die tote Stadt’ («La ciudad muerta») de Korngold . Ello nos lleva a una conclusión esperanzadora: esta calidad y diversidad de géneros permite a teatros como el Maestranza conocer y poder contar con unas voces privilegiadas que abarcan un gran abanico con destino a su programación operística, con un caché indudablemente más moderado de lo habitual, y a la vez dar la oportunidad de darlos a conocer. Cada uno interpretó un aria/romanza durante la primera mitad y otra durante la segunda, en un orden por sorteo, que nosotros respetaremos a la hora de comentar su actuación. Desde Argentina nos llegaba Lucía Peregrino , con una voz atractiva, que aquí orientó hacia roles líricos emparentados con mujeres de gran sencillez, a la vez que expresivas y cercanas, empezando por la Mimì de ‘La Bohème’ pucciniana, de la que eligió ‘Si, mi chiamano Mimì’ , que cantó con el suficiente sentimiento, delicadeza y expresión necesarios, aunque nos parece que podía haber empezado desde un arranque más tenue, para ir ascendiendo hasta ese clímax peliagudo ( ‘Ma quando vien lo sgelo’ ), para volver a la ternura inicial. Sin embargo, el aria de Micaela (‘Carmen’) consiguió un rango dinámico mayor, como extendido fueron los recursos expresivos para sentir su miedo en la soledad del anochecer de la sierra, tanto como la entereza imaginada frente a Carmen . Acaso la excelente pianista Gromoglasova fue la única que no fue rectificando hacia un volumen del instrumento algo más corpulento y presente; a cambio, ofreció gran delicadeza, cuando se oía. El barítono chileno Ramiro Maturana consiguió mantener claridad de dicción en un registro que tendía a lo oscuro, tal vez más en ‘Vision fugitive’ ( ‘Hérodiade’ ) de Massenet ; sin embargo, observamos más énfasis y brillo en la ‘ Madrileña bonita’ (‘La del manojo de rosas’) de Sorozábal . Le siguió el filipino Mark Christian G. Bautista , quien pareció continuar la escena antedicha de ‘La Bohème’ con ‘Che gelida manina’ . Resultó el momento más angustioso de la noche, al elegir un aria o que no le iba, o que fue devorada por los nervios. La cosa es que no llegó muy seguro hacia el final, justo cuando hay que dar el Do sobreagudo sobre ‘speranza’; temimos lo peor en el segundo intento, el ‘Pourquoi me réveiller’ (‘Werther’) de Massenet , y sin embargo aquí pareció explicar cómo había llegado a la final: sobre un registro agradable, que aseguró completamente, la voz parecía discurrir con certidumbre, tal vez la de que no se tenía que enfrentar a notas tan agudas como en el aria anterior. Mucho mejor, la verdad. También nos sorprendió barítono Alejandro Sánchez , con una voz grave, pero de cierto brillo, que emitía sin aparente esfuerzo, y dispuesta a cantar Verdi como si llevase toda su vida en ello. Puso recursos, pasión, colorido, con una técnica que le permitió solucionar posibles problemas en el pasaje, a los que se anticipó, tanto en la primera aria, ‘Dagl’immortali vertici’ (‘Attila’) , como en la segunda -todavía mejor- ‘Sehnen, mein Wähnen’ de la referida ópera de Korngold , en la que Wagner parecía estar presente y que el barítono autentificaba con un rico abanico de matices. De hecho, aunque Korngold fue de los compositores europeos que marchó a Hollywood y, precisamente, lo último que musicó fue ‘Magic Fire’ , película sobre la vida de Wagner. Las dos intervenciones del barítono peruano rezumaron carácter, buena técnica y una voz privilegiada. Nos colocamos en las antípodas, con el canto de He Yue , que optaba por dos arias también hermanadas por un mismo tipo de mujer: ‘Quel guardo il cavaliere’ (‘Don Pasquale’) de Donizetti y ‘Quando men vò’ de ‘La Bohème’ . Estaba claro que se sentía abducida por ambos roles de mujer zalamera, embaucadora, coqueta, con una voz bien trabajada, porque la expresividad la ponía ella. Quizá su ataque a los agudos pudiera ser mejorable, pero indudablemente tenemos ahí un papel asignado para cuando toquen óperas que necesiten del personaje. Sin movernos de Donizetti ni de sus comedias, ‘L’elisir d’amore’ ofrecía la oportunidad a Soraya Méncid para moverse en el belcanto, y muy especialmente en las coloraturas en la zona aguda. Primero con ‘Prendi, per me sei libero’ , que transcurre dentro de un gran lirismo hasta que aparecen las primeras agilidades, que invitan a un estratosférico Do, y que luego con escalas demoníacas, que convierten el final en un verdadero infierno para la voz, de las que supo salir de manera sobresaliente, sin que ninguno de los tridentes la hubiesen rozado siquiera. Con ‘ Robert, toi que j’aime’ (‘Roberti le diable’) de Meyerbeer , la historia se repitió, de la misma manera que la merecidísima ovación de sus paisanos (que seguramente no sabían que lo eran) le tributaron. Otra alegría: Alicia Naranjo es otra voz rotunda, ‘natural’, con carácter, con registro muy completo, en el que la técnica es tan depurada que apenas se nota. Ello le permite, además de un canto distendido en lo vocal y muy intenso en lo expresivo, que voz resulte muy sugestiva, sedosa y bien articulada (gran inteligibilidad) sobre un caudal generoso. La toma de contacto fue con ‘Que fais-tu blanche tourterelle’ (‘Faust’) de Gounod , pero la romanza ‘Qué te importa que no venga’ (‘Los claveles’) de Serrano , aún nos pareció superior, en tanto que más penetrante, más conmovedora. Del serbio Milan Perišić tenemos reciente su recuerdo en el concierto inaugural de esta temporada con los ‘Carmina Burana’ , donde ya pudimos advertir sus dotes canoros, tanto en la homogeneidad de su registro, su movimiento fluido, aparentando sentirse cómodo tanto con agudos, medios o graves o en dinámicas muy polarizadas. Tuvimos buena muestra de ello en ‘ya vas lyublyu’ (‘La dama de picas’) de Chaikovski . Aunque el colmo fue oírlo con gran limpieza al cantar el texto en ‘A verla voy’ (‘Curro Gallardo’) de Penella , donde había pulido no el español, sino el acento andaluz. Quizá la que mostrase más contrastes en las dos muestras presentadas fuese la rusa Karina Demurova , primero al afrontar de entrada ‘Una voce poco fa’ (Il barbiere di Siviglia’) de Rossini . Posee unos graves preciosos, muy pulidos, de gran naturalidad y ni asomo de engolamiento. Hizo una Rosina antológica, sintiéndose muy en el papel de ser quien mueve las fichas; de ahí que fuese controlando más los tiempos y la situación (‘mi fo guidar’, desde un agudo destacado al bellísimo grave). Si bien en un principio apenas se notaba indefinición en las articulaciones de las coloraturas, cada vez más iban apareciendo más marcadas. Pero finalmente se lanzó al agudo (saltándose los compases previos) y el Si le quedó algo indefinido, aunque recordemos que es una mezzo. Pero cómo cambió en la famosa aria de ‘Werther’ ‘Charlotte, qui m’aurait dit la place’ de Massenet , que interiorizó, asimiló, invirtiendo el registro de uno a otro rol. Por último, Giacomo Nannni es un barítono de un volumen justo que, aunque resulte vivo actoralmente, la voz no le sigue con igual nivel de control dinámico ni expresivo. ‘



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Author : (abc)

Publish date : 2024-11-12 03:35:55

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