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Reza Sevilla al son de la ROSS, cornetas y saetas



El aroma del incienso impregnaba el aire de la espera, como un anuncio silencioso de lo que estaba por venir. Apenas quedaban treinta minutos para la apertura de puertas, y la cola serpenteaba por las inmediaciones del Teatro de la Maestranza, donde la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS) se disponía a ofrecer un especial concierto con motivo de la Cuaresma. Si la expresión «no cabía un alfiler» no existiera, anoche se habría inventado. Había expectación, había devoción y, sobre todo, había ganas de vivir la Semana Santa a través de la música . «Hemos venido a rezar» decía el Arzobispo de Sevilla a un grupo de fieles que esperaban pacientemente su turno para acceder al recinto. Porque, aunque en los últimos tiempos la relación entre las marchas procesionales y la oración parece haberse difuminado, lo cierto es que, anoche, la música sirvió como vehículo de espiritualidad y recogimiento. Desde las saetas de Juan de Mairena y Mª Ángeles Cruzado que despertaron las ovaciones de las asistentes, hasta las solemnes composiciones sinfónicas, todo en el concierto evocaba esa manera de rezar que no necesita palabras. Con puntualidad, los músicos fueron entrando, de manera sincronizada, desde el centro hacia los extremos del escenario. Un gesto que marcó la pauta de lo que estaba por venir: una interpretación en la que cada detalle estaba milimétricamente pensado. La ROSS, bajo la batuta de Alexandre Da Costa, se adentró en un repertorio que no solo repasó las grandes marchas de la Semana Santa sevillana, sino que también ofreció una reinterpretación única de estas piezas. Desde el primer compás, la música se convirtió en un recorrido por la Semana Santa hispalense. Sobre las paredes del teatro, proyecciones de diferentes cofradías ilustraban cada marcha : desde los nazarenos blancos de La Borriquita hasta la solemne salida del Cristo del Amor, pasando por un sinfín de escenas emblemáticas. A través de estas imágenes, el público no solo escuchaba la música, sino que la veía cobrar vida ante sus ojos, gracias a los músicos de Tres Caídas que consiguieron hacer vibrar el suelo con su fuerza. La primera gran ovación llegó con ‘Estrella Sublime’, en la que cuatro cornetas destacaron con una fuerza que retumbó en cada rincón de la sala. La pieza se complementó con un solo de violín magistral que, más tarde, se repetiría en ‘Candelaria’, provocando en ambas ocasiones el asombro y la admiración del público. La noche estuvo llena de momentos memorables, pero uno de los más impactantes fue ‘Camino al Calvario’, que llevó la sonoridad de las cornetas a otro nivel. El sonido venía desde el techo, desde el balcón técnico que suele usarse para la iluminación consiguiendo así envolver al público en una experiencia aún más sensorial. Un concierto hilado a la perfección que a pesar del continuo ir y venir de músicos no se perdió la continuidad gracias a las proyecciones y la voz en off de Antonio Rodríguez Buzón, Carlos Herrera, Charo Padilla y Fran López de Paz. Uno de los momentos más esperados de la noche llegó con ‘Rocío’, interpretada por la voz de Joana Jiménez. Su interpretación aportó una dimensión diferente a la marcha. Pero si hubo una pieza que logró unir a todos en una misma sensación de recogimiento fue ‘La Madrugá’. Majestuosa y solemne, la marcha de Abel Moreno recibió una ovación tan larga como sentida. Porque esta pieza es mucho más que una marcha: es el sonido de la noche más esperada de Sevilla, la banda sonora de los momentos de mayor fervor de la Semana Santa. El concierto prosiguió con momentos de gran intensidad, como ‘Gran Poder’ o ‘La Fe’, donde la combinación de la orquesta con las bandas invitadas logró transmitir la esencia misma de las procesiones. También destacó ‘Soleá, dame la mano’, que con su delicada instrumentación transportó a los asistentes a las calles iluminadas por los cirios y el reflejo de las túnicas en los adoquines. Hacia el final de la velada, ‘Amor de Madre’ y ‘Salve, Hiniesta’ encaminaron la recta final a un programa cuidadosamente seleccionado. La participación del coro de la Asociación Amigos del Teatro de la Maestranza en estas piezas les añadió una profundidad aún mayor, consiguiendo que el teatro se convirtiera, por momentos, en una auténtica catedral musical. El cierre del concierto no pudo ser más solemne: una saeta interpretada por Manuel Lombo, Joana Jiménez, Ángeles Cruzado y Juan de Mairena, acompañada por las poderosas cornetas de la Banda de las Tres Caídas de Triana y la Banda del Santísimo Cristo de la Sangre. La combinación de estas voces con el sonido inconfundible de las cornetas elevó el momento a su máximo apogeo, dejando al público en un silencio reverencial antes de estallar en una ovación final que resonó con fuerza. El concierto de la ROSS no solo fue un espectáculo musical, sino una experiencia sensorial completa. Desde el incienso en la entrada hasta la última nota que se desvaneció en la acústica del Maestranza, todo estuvo diseñado para trasladar a los asistentes al corazón de la Semana Santa sevillana. Sevilla rezó con su música, y lo hizo con una intensidad que, como cada año cuando llega esta época es diferente, única e indescriptible.



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Author : (abc)

Publish date : 2025-03-08 22:29:00

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