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Suelo pélvico: «Esperar a los síntomas para cuidarlo es como empezar a cepillarse los dientes cuando ya hay caries»



A veces pensamos que sólo el parto o la menopausia afectan al suelo pélvico , pero nada más lejos de la realidad. Hay muchos otros factores que lo debilitan a cualquier edad y sin que seamos conscientes: el sedentarismo, los problemas digestivos, las tensiones emocionales, cirugías, el estrés… En el caso de María Pérez, fisioterapeuta experta en suelo pélvico y creadora de La Pelvis Revolution, además de colaboradora de Intimina , convivir con la endometriosis le hizo darse cuenta de cómo el dolor crónico y la inflamación pueden afectar al bienestar pélvico. «Y cómo esos factores, sumados a una alimentación poco cuidada o a una rutina que no incluye movimiento de calidad, generan una especie de ‘tormenta perfecta’ para el periné», admite. Ella lo vivió en primera persona pero también, asegura, «lo veo en consulta cada semana: mujeres que no han tenido hijos , que son jóvenes, y que ya presentan síntomas. El suelo pélvico no entiende de edad, entiende de contextos y de hábitos«, advierte. De hecho, recuerda esta profesional, «el suelo pélvico forma parte de nuestro cuerpo desde que nacemos, no aparece mágicamente al tener hijos o llegar a la menopausia. Esperar a tener síntomas para prestarle atención es como empezar a cepillarse los dientes cuando ya hay caries. El trabajo empieza antes: conociéndolo, sabiendo cómo responde y aprendiendo a integrarlo en el día a día. Además, no hace falta ponerse a hacer ejercicios complicados, pero sí es clave saber cómo funciona, cómo acompañarlo y qué señales no deberíamos ignorar«. ¿Qué señales deberían llevar a una mujer a consultar con una especialista en suelo pélvico? Cualquier síntoma que interfiera con su calidad de vida. Desde pérdidas de orina o gases, situaciones como notar unas ganas de hacer pis que aparecen de repente y son imposibles de aguantar (por ejemplo, siempre que llegas a la puerta de casa), o sentir que las ganas no cuadran con la cantidad de pis que sale. También sensaciones de peso o presión en la vagina, dolor en las relaciones, molestias al hacer ejercicio o simplemente el hecho de sentir que algo no va bien. Asimismo, recomiendo consultar, aunque no haya síntomas visibles, si ha habido cambios importantes en el cuerpo: un embarazo, un parto, una cirugía abdominal o ginecológica o incluso un cambio hormonal potente. Siempre digo que una valoración del suelo pélvico puede dar más información sobre nosotras que una carta astral. Y si es online, con una fisioterapeuta que nos guíe en la entrevista de salud, nos enseñe a hacer los test necesarios y nos acompañe con un autotest del periné, entonces la mujer aprende a reconocer por sí misma si su suelo pélvico está respondiendo como necesita o si hace falta acompañarlo. Y eso es algo que se lleva para toda la vida. En mis consultas online veo muchos casos de mujeres que no sabían que eso que les pasaba tenía nombre, y mucho menos tratamiento. Y solo al empezar a hablarlo se dan cuenta de que no están solas ni rotas. Esa información y ese cambio de mirada marcan un antes y un después. ¿Es necesaria una valoración postparto del suelo pélvico en todos los casos, aunque no haya síntomas visibles? Es algo que no se suele hacer hasta que no se presenta el problema, entiendo. Sí, sin duda. El parto es un evento que deja huella en el cuerpo . A veces esa huella es evidente, pero otras no se notan hasta meses o años después. Por eso, revisar el suelo pélvico tras el postparto debería ser parte del seguimiento habitual, como una revisión de rutina más. No hace falta esperar a tener dolor, pérdidas de orina o sensación de peso. Una valoración bien hecha, puede detectar si hay desajustes, tensiones o patrones que se pueden corregir a tiempo para evitar problemas en el futuro. Y algo muy bonito que veo en mis programas en red es que muchas mujeres, al hacer esa primera valoración postparto, conectan de nuevo con su cuerpo desde otro lugar. No como algo que ‘se rompió’ y hay que arreglar, sino como un cuerpo que ha cambiado y que ahora necesitan volver a habitar. Y eso, en sí, ya es parte de la recuperación. Porque… ¿cómo afectan los problemas de suelo pélvico a la salud emocional y mental de las mujeres, cuando ya son evidentes? Muchísimo. La mayoría de mujeres que llegan a mis programas no vienen solo por «un escape» o «una sensación de bola o tampón mal puesto en la vagina», sino por lo que eso les impide hacer: correr detrás de sus hijos, bailar, tener relaciones con tranquilidad, o simplemente estar relajadas en su día a día. Y ese malestar se mete en todo. En la autoestima, en la intimidad, en cómo se perciben. Muchas sienten vergüenza, culpa, rabia… Y no es que «estén exagerando», es que nadie les había contado antes que eso tenía solución. En concreto, ¿qué tipo de consecuencias psicológicas pueden derivarse de la incontinencia o del dolor pélvico crónico? Pérdida de confianza, aislamiento, dificultad para disfrutar de relaciones sexuales, e incluso síntomas de ansiedad o depresión. El dolor pélvico crónico, por ejemplo, puede convertirse en una sombra constante. Cuando cada movimiento, cada relación o incluso sentarse en una silla despierta molestia, el cuerpo entra en alerta y la mente también. Por eso, más allá de trabajar el suelo pélvico «mecánicamente», es clave acompañar con herramientas de regulación emocional, autoconocimiento corporal y placer sin exigencias. No se trata solo de fortalecer, sino de reconectar. Hoy las mujeres son mucho más activas deportivamente hablando que antaño. ¿Qué hay de cierto en esa creencia de que los deportes de impacto como el running o el CrossFit pueden dañar el suelo pélvico? Depende. No es que estén prohibidos, pero sí requieren una base sólida. Si una mujer ya tiene síntomas o no los tiene, pero está desconectada de su suelo pélvico y no gestiona bien las presiones internas, deportes de impacto como el running o el CrossFit pueden agravar el problema o iniciar los síntomas. Sin embargo, con una buena preparación, una técnica adecuada y una progresión bien planificada, muchas mujeres pueden empezar o seguir disfrutando de estos deportes. Lo importante no es el deporte en sí, sino cómo lo haces y en qué momento del proceso estás. ¿Qué recomendaciones daría a mujeres que practican deporte de forma regular para proteger su suelo pélvico? Primero: conocer su cuerpo. Saber si hay síntomas, cómo se comporta su suelo pélvico al esfuerzo, si hay pérdidas, presiones o sensación de peso. Y desde ahí, adaptar. También es útil incorporar ejercicios específicos de activación y relajación del suelo pélvico, los conocidos como Kegel. Estos ejercicios trabajan la fuerza específica de esta musculatura y es importante reconocer primero que los estamos haciendo bien y conocer la forma de realizarlos en nuestro caso concreto. Esto lo podemos saber con un autotest o una valoración con una fisio pélvica experta y combinarlo con dispositivos de biofeedback, que guían a través de vibraciones cuándo y cómo contraer, de forma segura y eficaz. Es como tener un entrenador personal que se adapta automáticamente a las necesidades fisiológicas de cada mujer y establece un programa guiado por vibración para un entrenamiento eficaz en tan sólo cinco minutos. Y algo que repito mucho a mis pacientes: no se trata solo de fortalecer. También necesitamos movilizar, relajar y coordinar. Porque un suelo pélvico fuerte pero rígido no es funcional. La clave está en que responda bien a lo que hace falta, cuando hace falta. ¿Existen ejercicios contraindicados en mujeres con disfunciones pélvicas? Sí, pero no hay una lista única que valga para todas. Lo que puede ser adecuado para una mujer puede no serlo para otra. En general, ejercicios que implican aumento de presión sin control, como abdominales clásicos o saltos repetidos, pueden estar contraindicados en ciertas fases. Pero también hay muchísimas adaptaciones posibles. Por eso siempre insisto en la valoración individual. En mis clases online, por ejemplo, siempre hay opciones para adaptar según cada caso: desde el tipo de ejercicio hasta la posición o la respiración. ¿Existe una relación entre la alimentación y la salud del suelo pélvico? Sí, aunque a veces no se tenga en cuenta. La alimentación influye directamente en cómo funcionan nuestros sistemas digestivo y hormonal, y estos a su vez en la inflamación a nivel abdominal y pélvica, entre otras cosas como el estreñimiento o el ciclo hormonal. Y todo eso afecta al suelo pélvico, que está en el centro de ese cruce de caminos. Lo digo también desde lo personal en mi proceso con la endometriosis. Uno de los cambios que más impacto tuvo en mi calidad de vida fue, sin duda, la alimentación . Mejoró mi energía, mis digestiones, el dolor y, por supuesto, la forma en que mi cuerpo, incluido el suelo pélvico, respondía al movimiento, al descanso y al estrés. Por eso, cuando hablamos de disfunciones pélvicas, sobre todo si nos han dicho que «es algo crónico», uno de los primeros pasos debería ser revisar hábitos de vida: descanso, alimentación, ejercicio y gestión emocional. El suelo pélvico no va por libre, es parte de un sistema. De hecho, asegura usted que el estreñimiento y el sobrepeso también influyen en las disfunciones del suelo pélvico. En efecto, juegan un papel más importante del que suele pensarse. El estreñimiento crónico implica empujar con fuerza de forma repetida o no ir todos los días al baño, lo que aumenta la presión sobre la zona pélvica. Esto puede generar debilidad, molestias o incluso agravar prolapsos e incontinencias. A veces algo tan sencillo como mejorar la movilidad intestinal, incluir ciertos ejercicios y hábitos o usar un banquito para apoyar los pies al ir al baño ya marca la diferencia. Por su parte, el sobrepeso, especialmente cuando se acumula en la zona abdominal, puede aumentar la presión intraabdominal y, con ello, la carga sobre el suelo pélvico. No se trata de señalar el peso como el único factor, sino de entender el contexto corporal de cada mujer y ver qué apoyos pueden aliviar esa presión: desde el movimiento consciente hasta una mejor gestión de las presiones intraabodminales al hacer esfuerzos, toser o incluso al cantar o elevar la voz. Y por supuesto, revisar la alimentación, como decíamos antes, también ayuda a reducir inflamación, gases y presión abdominal.



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Author : (abc)

Publish date : 2025-05-14 13:15:00

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