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Testamento emocional



Los conciertos que Pablo González ha ofrecido en el Maestranza han tenido el romanticismo como referencia. Y nos parece muy bien. Somos partidarios de que los músicos nos ofrezcan lo que les apasiona, porque así conseguirán apasionarnos. Y aunque la única obra verdaderamente romántica del programa fuera la ‘Sinfonía nº 6’ en Si menor, Op.74 de Chaikovski , lo cierto es que las tres piezas compartían un gusto indisimulado por el color. Volvía Daahoud Salim a la ROSS con la obra ‘Siete principios herméticos’ , un estreno absoluto encargo de la SGAE-AEOS, que nos pareció responder a una estructura que servía de lazo común y que se basaba en un ‘ostinato’ sobre el que se alzaba una melodía que podía resultar en ocasiones de gran plasticidad. Es más, diríamos que no escondía un carácter cinematográfico, lo que ahondaba el interés por el color, que a su vez demostraba el conocimiento de la orquestación que exhibía el hijo del admirado jazzista Abdu Salim . La quinta , por ejemplo, podía impresionar por el inicio de la cuerda media/grave en pizzicato, con insistentes irrupciones de la madera (nos pareció oboe/corno) como ‘ostinato’ y una intensa melodía en los violines vinculada a un cromatismo acentuado. O la última , más animada, lucía un lienzo épico gracias al protagonismo de las trompas, intensificado por los violines y los metales. No podrá quejarse Salim del rigor e interés con que González se tomó por su obra. Pero en el momento de ir a saludar se le cruzó un grupo de gente que llegó tarde y prácticamente no se le vio.   Hemos escuchado en numerosas ocasiones las ‘Noches en los jardines de España’ de Falla en vivo, y acaso por esto resultaran en un principio con ‘tempo’ más lento del que suelen oír, lo que nos hizo temer una interpretación pachona, morosa; sin embargo, sentimos esa tranquilidad como un regalo, además doble: en primer lugar, porque nos dejaba oír mil y un detalles que generalmente se escapan en las versiones con prisa, y por otro, porque con esa velocidad no se le venía abajo el interés por cada compás, como esos magos que son capaces de repetir el truco ‘lentificado’, y ni aún así somos capaces de descubrir el secreto. Pero podemos añadir que pocas veces -o ninguna- la hemos oído con tanto color, con ese ritmo imposible que, mientras el piano parece moverse a su aire, como fuera de tiempo, entran las trompas casi a la vez o le siguen los chelos casi encima. El ‘casi’ es lo que abruma a la hora de conseguir limpieza rítmica y claridad organológica. Aún había algo que pudo quitar emoción a este logro tímbrico-rítmico: la labor del pianista, que en un principio lo sentimos de toque ligero, del que no parecía elevarse ni aunque usase su fuerza en acentuar los unísonos de las manos. Sin embargo, Falla, las ‘Noches’, la orquesta o el director terminaron integrando a Martín como parte del sarao y allí estaba desde, aproximadamente la mitad de la ‘Danza lejana’ , formando parte de la fiesta. Frente al rechazo del llamado Grupo de los Cinco de la música europea s favor de la música rusa, Chaikovski adoraba a Brahms o Beethoven , músicos que sus congéneres rechazaban, pero sin renunciar a la música folclórica rusa. Por otra parte en el aspecto formal, tan denostado por algunos especialistas, asumió las estructuras de sus músicos admirados, pero en muchos casos añadiendo novedades tan atrevidas como la de esta Sexta sinfonía , cuyo principal atrevimiento es hacerla terminar en una lenta disolución, lejísimos de los estentóreos finales del resto de los músicos, europeos y rusos. Lo cierto es que la ‘Patética’ se ha encumbrado como una obra no sólo de una belleza melódica inenarrable, sino como obra muy novedosa en algunos aspectos, aunque el que sobresale entre todos es el final, biológico, agonizante, siempre inesperado. Y de un gran atrevimiento, porque a ver quién era capaz de presentar una sinfonía tan llena de vida y terminarla sin el chimpún a todo volumen. Pues Chaikoski. Esta sinfonía se ha repetido en la ROSS desde 1993 cada 3, 4 o 5 años hasta 2014 ( Ráth ) y luego no se vuelve a hacer hasta 2021 con Soustrot . Nos llamó la atención que el director, fuera de toda costumbre, se dirigiera al público explicando precisamente este final y relacionándolo con su muerte inesperada unos días después de su estreno, después de hacerle saber a su sobrino que la obra escondía un gran enigma que no desvelaba su programa: ¿acaso era un compendio de vida del que ya sabía su próximo final? Lo cierto es que el director asturiano dejaba claro su amor por esta sinfonía al romper todo protocolo al darnos estas explicaciones y a la vez ser capaz de dirigirla de memoria. Quizá a lo ya dicho sobre su dirección de Falla habría que añadir un mayor abanico de los contrastes dinámicos que la obra exige, y también agógicos, puesto que no dudaba en acentuar algunos pasajes marcando los cambios de ritmo para que no pasasen desapercibidos. Público de pie al terminar la obra.



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Author : (abc)

Publish date : 2025-05-15 23:35:00

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