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La literatura infantil de tradición oral y escrita como salvaguarda de la salud psicológica y emocional



La literatura para niños y jóvenes no ha sido ni es exclusivamente solaz, aunque sí principalmente. Nos ofrece la posibilidad de vivir otros mundos , de volar con la fantasía que se nos presenta y la que parte de nuestra invención, ensalza valores positivos y muestra los peligros, miedos o la fealdad y rechazo de otras aristas de nuestra naturaleza no tan bellas. La literatura creada sobre una historia o situación real, imaginada o soñada, es un elemento cognitivo, instructor que advierte, un ingenio útil para la comprensión del mundo, las singularidades propias y ajenas, las creencias, sentimientos o pensamientos de los otros, discernir incluso prejuicios o estigmas , capaz de asomar la risa, generar humor y alegría. La literatura en cualquier cultura o territorio ha propiciado una guía de cómo enfrentarse a los desafíos cotidianos, desde enseñar a hijos de reyes a gobernar mostrando una guía que permita a niños y adultos a afrontar, o cultivar virtudes valores éticos necesarios para vivir en sociedad o examinar la conciencia. Las civilizaciones recogen e intercambian aquello que creen es beneficioso, de ahí la interrelación de las fábulas. La literatura de ficción oral fue emitida y versionada por distintas generaciones, las más antiguas provenientes de origen asiático occidental u oriental. La huella de fábulas y proverbios, como las del griego Esopo, (siglo VI a. C.) se sigue desde crónicas de la antigua Sumeria como en Acad, ya en el tercer milenio a. C. Las fábulas hindúes , son uno de los más antiguos géneros de la literatura universal, relatos breves, alegorías morales, con raíces de más de 2000 años que llegan a Europa hacia el siglo VI de nuestra era a través de la ruta de la seda, a través del contacto de la civilización de Grecia y Roma con Oriente. Desde siempre el cuento oral o escrito, las fábulas, nanas, canciones o retahílas, han proporcionado un recurso terapéutico , desde las primeras edades, en la salud emocional y mental de niños y jóvenes. Las nanas, sus flexiones de voz, musicalidad y ritmo con sus repeticiones melódicas y suaves, acompañadas de movimientos acompasados, calman a los bebes y les hacen dormir plácidamente o relajarse cuando están enfermos. El bebé siente seguridad y protección emocional al escucharlas. Los susurros y balanceos dan calor y estabilidad emocional, no importa el lenguaje o habla sino la calidez y los suaves movimientos que albergan al bebé. Lo mismo ocurre con las canciones de cuna que mecen a los pequeños. Los textos poéticos, pareados, retahílas, acertijos, trabalenguas o adivinanzas, recitados, o asistidos por la modulación y el compás, resultan muy valiosos y placenteros para los más pequeños a medida que crecen, pues además de la conexión emocional y física proporcionan una historia. Pensemos en el balanceo y canto de canciones muy antiguas, referentes en toda clase de territorios como «Niiinaa, ninéé, ha passat un carret que venía d’Almussafes, carregat de carxofes, li ha xafat la cameta i ara está coixeta. Nii na, chiché…». En la de «Duerme, duerme negrito, que tu madre está en el campo…», o en «Mareta mareta ahir vaig somiar que una nineta em vares comprar…». En las canciones de falda, a la par se establecen los vínculos emocionales y afectivos . «Cinco lobitos tiene la loba, blancos y negros detrás de la escoba, cinco tenía, cinco cuidaba y a los cinco lobitos tetita les daba». «Este compró un huevo, este lo frió, este le echó la sal, este lo probó y el pícaro gordo se lo comió». Pensemos en los pareados, retahílas, adivinanzas, trabalenguas, acertijos o juegos de palabras que tanto gustan a los más pequeños, con los que ejercitan aprendizaje y memoria de manera placentera. «Luna, lunera, cascabelera, debajo de la cama tienes la cena. Quién se la comió, el gato burlón; pues dale cuatro besos y perdónalo». «Pito pito, colorito, dónde vas tu tan bonito, a la era verdadera, pin, pon, fuera». «Sana, sana, colita de rana, si no sana hoy sanará mañana». «El que se fue a Sevilla perdió su silla, pero el que va y viene su silla tiene». Pensemos en las cancioncillas y letrillas con las que los niños ríen, juegan a la comba o al corro, mientras disfrutan. «Estaba la pastora lara,lara, larito… cuidando un rebañito, el gato la miraba con ojos celositos… Si me hincas la uña, te cortaré el hocico». A éstos primeros textos les suceden las canciones de comba y corro: «Al pasar la barca», «Cuando venga el cartero», «El cochecito leré», «Soy la reina de los mares», « Gallinita ciega», o en las adivinanzas imperecederas como la de «El cielo está enladrillado, ¿quién lo desenladrillará?». La salud emocional en los clásicos y hoy, tiene que ver con el abrigo y humanidad. Los cuentos de tradición oral estaban dirigidos al público popular, no específicamente infantil, y sus finales no eran felices pues la realidad que mostraban era muy cruda . Su transmisión ha sufrido alteraciones a lo largo del tiempo, y así continúa, dando pie a versiones distintas de los cuentos originales. Los finales felices de estos cuentos tienen que ver con la supervivencia. La literatura infantil propiamente la podemos situar en los siglos XVIII y XIX, momentos en que cobra importancia la alfabetización y escolarización en la etapa infantil. Charles Perrault, (París 1628-1703), recopila, interpreta, adapta según necesidades y gustos de la época, la tradición oral dos siglos antes. Hacia 1665 logró, por recomendación del ministro Colbert, un puesto en la corte de Luis XIV. Su oficio era el de redactar documentos oficiales, además de asesor de confianza del monarca hasta que fue sustituido por otro favorecido en la corte, aunque logró introducir, en el laberinto del jardín de Versalles, la representación de esculturas de las Fábulas de Esopo en fuentes y jardines con sus ‘Comtes de ma mère l’Oye’. En ‘Caperucita roja’ prima el miedo preventivo ante los peligros varios que ofrece el bosque: el miedo a figuras con problemas mentales o de instintos malvados, o a los animales. En ‘La Cenicienta’ expone, además de los celos y la envidia, la crueldad y el maltrato. ‘El Gato con Botas’, dedicado a una sobrina, Mademoiselle, de Luís XIV, se inspira en dos relatos escritos con anterioridad. El ingenio, la astucia, la avaricia, el engaño, la apariencia o las amenazas, se hallan presentes en el cuento. ‘La bella durmiente’ aparece como símbolo de la envidia, restitución y justicia. ‘Pulgarcito’ ilustra sobre la situación límite de penuria y escasez, de una familia humilde con siete hijos donde los padres contemplan la posibilidad de dejar a sus hijos en el bosque, a la espera que destino y fortuna les brinde un futuro mejor. La supervivencia muestra un lado cruel, como es que el ogro degolle a sus propias hijas por el engaño de Pulgarcito. Jacob Grimm (1785-1863) y Wilhelm Grimm (1786-1859), siguieron de algún modo la tarea de Perrault en cuanto a recopilación de la tradición oral anterior . Ambos fueron eruditos, filólogos, mitólogos, investigadores y escritores. A ellos debemos relatos como ‘Blancanieves’, donde la amistad y solidaridad la ilustran los enanitos del bosque, donde se encuentra el perjuicio de la envidia, el valor de la juventud o la frivolidad de la belleza, de lo que es efímero; una vía de salida ante la categorización social que impedía el traspaso de una clase social a otra. Los Grimm dan voz a ‘El lobo y las siete cabritillas’, ‘Las tres hilanderas’, ‘El sastrecillo valiente’, ‘Rapunzel’… Relatos donde cobran importancia la paciencia, la humildad, la soberbia o orgullo malentendido. El cuento de Blancanieves’ expone de relieve cuestiones referentes a la naturaleza humana en todos los tiempos y lugares: De nuevo la envidia, la frivolidad, el tiempo, la belleza o la vejez no aceptada. En ‘El flautista de Hamelín’ , recrea una leyenda alemana, posibilita la ‘ilusión’, la supervivencia de la peste causante de las epidemias mortíferas a través de las ratas. La crueldad también se halla presente en el relato de ‘Hansel y Gretel’ , una cruda realidad donde se cuecen miseria, culpa, abandono, mujeres que mueren en el puerperio, papel de ciertas madrastras, etc. En una ‘Crida’, por el cabildo de Valencia a finales del siglo XVII se dice a los padres que no dejen abandonados a los bebés en la puerta de las iglesias, pues son mordidos a bocados por ratas, y, o, perros, se les indica que los depositen encima del altar para alejarlos de esos peligros. En el S. XIX, a Hans Christian Andersen, escritor y poeta danés, (1805-1875), a quien debemos títulos imperecederos, de actualidad en todos los tiempos, como la de El patito feo, relato que ilustra, enseña, la singularidad de cada cual y su aceptación a través de un patito que no encaja y es objeto de burlas por ser diferente. El patito acusa los golpes sufridos hasta encontrar su encaje, sus pares, su lugar en el mundo. ¿Quién no ha sido un patito feo alguna vez? En España fue la Institución Libre de Enseñanza junto a la editorial Calleja de Madrid quien contribuyó a difundir los cuentos de C. Perrault, los hermanos Grimm y H. C. Andersen. Dice Sófocles en Antígona que las leyes de los hombres para ser justas han de tener un respaldo moral. En este sentido, los cuentos perdurables propician una vía de escape a situaciones injustas. En el relato de ‘Pinocho’ la conciencia, Pepito Grillo, le aconseja pacientemente a distinguir entre el bien y el mal, las consecuencias de sus acciones. Mentir hace que crezca su nariz. No ir a la escuela supone que sus orejas crezcan y se convierta en burro. ‘El principito’ de Saint-Exupéry, 1943, advierte desde una reflexión filosófica profunda sobre las lecciones que nos da la vida, el juzgar a los demás o a nosotros mismos. La ficción además del disfrute, ejercita la actividad cerebral y proporciona conocimientos sobre el mundo que les rodea, información que reciben inconsciente o conscientemente, y que lleva a la reflexión. Maruxa Duart Herrero es escritora y doctora en Geografía e Historia



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Author : (abc)

Publish date : 2025-07-23 13:39:00

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