Ignacio Sánchez Mejías fue un hombre extraordinariamente lúcido y también constituyó en buena medida el pegamento que mantenía unidos con fuerza a sus amigos de la Generación del 27 . Así lo explicó el catedrático de Literatura Española y biógrafo del torero, Andrés Amorós, en el marco de las jornadas dedicadas a la figura de Sánchez Mejías en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, que han comenzado este martes. En el primero de los dos días de este ciclo denominado ‘Sánchez Mejías, un torero ilustrado para la Edad de Plata’, Amorós impartió la sesión titulada ‘Ignacio, el del Llanto’ dedicada a profundizar en los célebres versos que Federico García Lorca dedicó al diestro sevillano tras su muerte por cornada de toro, el significado de los mismos y todo el contexto en que se escribieron. Entre los detalles de la forma de ser y la vida de Ignacio Sánchez Mejías destacados por su biógrafo está su fuerte carácter y ambición: «No se dejaba ganar la pelea con nadie, peleaba con todos» . Llegó a decir públicamente: «Soy mejor que Gaona y sólo he sido banderillero de Joselito», lo que le provocó que los partidarios de Gaona acribillaran su coche a balazos. Su guasa y personalidad arrolladora llegaban lejos, como expresó en innumerables ocasiones, como dijo toreando en Madrid: «Brindo esta faena por la Virgen, pero no la de la Paloma, sino la de verdad, la mía, la Blanca Paloma». Sánchez Mejías jugó un papel decisivo para traer a la Generación del 27 a Sevilla , como aseguró Amorós, y también fue uno de los que contribuyó a que el flamenco consiguiese reconocimiento internacional . En ese contexto de grandes personalidades reunidas por primera vez a iniciativa de este torero aficionado a la literatura tuvo además el papel de ser «el que es amigo de todos, el que no se peleaba con nadie». La Generación del 27, en efecto, era una reunión de amigos, pero no exenta de roces y enfados, ya que «al fin y al cabo eran poetas». Ignacio, como uno más de ellos, servía como vínculo de unión entre todos: «Era amigo de todos, atractivísimo, simpatiquísimo con todos, con hombres y mujeres». La búsqueda constante de experiencias y de probar cosas de Sánchez Mejías, interesado por distintas artes, se debía a que « no se satisfacía con nada «, pero »lo que al fin y al cabo era es torero«. Amorós hizo hincapié en la razón de que tomase esa como su profesión y no cualquier otra de las ramas que le interesaban: » A Ignacio le hubiera gustado ser un héroe . En el Siglo de Oro habría combatido en los Tercios de Flandes, pero en el siglo XX no tenía otra opción que ser torero«. Sin lugar a dudas, en el hecho de que el matador de toros, importante personaje de la cultura popular del primer tercio del siglo XX, haya trascendido y llegado hasta la actualidad, tiene buena culpa Federico García Lorca . Aunque no fue el único poeta que lo homenajeó con sus letras tras morir como consecuencia de una cornada en la plaza de toros de Manzanares , puesto que también lo hicieron Cossio, Alberti o Miguel Hernández, Federico lo inmortalizó para siempre en su famosa elegía, el ‘Llanto por Ignacio Sánchez Mejías’ . Bien estructurado y fiel a la realidad, el granadino reproduce los hechos sin dar ningún detalle taurino. Amorós apunta con esto que Lorca canta a un hombre que es torero, pero fundamentalmente un ser humano, que afronta la muerte con lucidez. Esto contribuye a darle universalidad al poema . «Ignacio se convierte en un paradigma de ser humano, de ser andaluz y de ser lúcido». El catedrático de Literatura analizó en profundidad la obra y cada una de sus cuatro partes. La primera, ‘La cogida y la muerte’, en tercera persona, es una exposición de los hechos que ha calado en el imaginario colectivo con ese estribillo tan repetido de «a las cinco de la tarde» —una licencia al entender el tiempo como algo más allá de lo físico, pues ni la cornada ni la muerte fueron a esa hora—. La segunda parte, ‘Sangre derramada’, en primera persona, implica al lector y sirve para ensalzar a Sánchez Mejías como héroe y como hombre por medio de las emociones. La tercera, ‘Cuerpo presente’, es más repetitiva y pasa del grito interior de la segunda a la meditación más melancólica. Por último, la cuarta parte, ‘Alma ausente’, es más breve y complementa a la anterior. En ella, se refiere al amigo muerto en segunda persona en un futuro próximo en el que lamenta que, además de la muerte, ha comenzado el olvido. Amorós incidió en que el verso «No te conoce. No. Pero yo te canto» justifica toda la elegía . Federico hace en los estertores del poema una suerte de identificación con Ignacio en el trasfondo trágico de su alegría. «No canta a un torero, sino a un modelo de hombre andaluz ejemplar, sincero, auténtico, insatisfecho y siempre buscando nuevos horizontes», que muchos señalaron como autorretrato después de la muerte del poeta. El final no tiene fuegos artificiales ni busca el aplauso fácil, sino que más bien muestra pudor y respeto por el amigo muerto . Unos versos atemporales que a Amorós le quitan cualquier duda de que «gracias a Federico García Lorca, Ignacio no ha muerto del todo».
Source link : https://www.abc.es/sevilla/cultura/andres-amoros-gracias-lorca-ignacio-sanchez-mejias-20251209223103-nts.html
Author : (abc)
Publish date : 2025-12-09 21:36:00
Copyright for syndicated content belongs to the linked Source.