Convertido en uno de los retos más acuciantes de nuestro tiempo, un bien escaso por el que 2.400 millones de personas viven afectadas por el estrés hídrico, el agua potable también es objeto de discusión en las horas previas al comienzo de la Vuelta a España (desde el sábado 17 en Lisboa, hasta el domingo 8 de septiembre en Madrid). La ronda española busca la fórmula para alcanzar una igualdad casi ficticia: conseguir que todos los equipos a concurso proporcionen la misma cantidad de agua a sus ciclistas o, al menos, que lo hagan en los mismos puestos de avituallamiento, sin depender del poderío económico y del personal contratado en labores auxiliares. El afán del ciclismo por modernizarse y adaptar sus estructuras a la realidad de los tiempos ha generado algunos debates públicos que están en curso. En la Vuelta debutará el sistema de tarjetas amarillas implantado por la Unión Ciclista Internacional (UCI), según el cual se recogen 21 incidentes de carrera que pueden comprometer la seguridad de la caravana ciclista. No llevar ropa o equipamiento adecuado, agarrarse a los coches o realizar maniobras peligrosas podrá ser castigado con la amonestación. Dos tarjetas amarillas implicarán la descalificación de carrera y siete días de suspensión. Otro asunto en la mesa de discusión son los cambios de ciclistas cuando algún equipo sufre una caída que equivale a lesión grave o abandono. Muchos conjuntos, el Movistar a la cabeza, entienden que es una manera de equipararse a otros deportes y evitar que la mala suerte desarme las opciones de éxito en un Tour, una Vuelta o un Giro . En la Vuelta que empieza este sábado en Portugal, el tema puede ser el agua. Con media prueba por las carreteras soleadas de Extremadura y Andalucía (seis etapas), el líquido y la refrigeración pueden dar que hablar. Uno de los mantras imperantes en el ciclismo es la temperatura corporal. La ciencia y sus científicos dicen ahora que enfriar el cuerpo es la esencia. Chalecos refrigerantes, cubitos de hielo en medias femeninas anudadas en el cuello bajo el maillot, culottes y maillots con tirantes transpirables. Beber, hidratarse, refrigerar el cuerpo… Más que nunca se ve a los ciclistas refrescarse, rociarse con agua las piernas, los brazos, los hombros, la cabeza… «El agua siempre funciona», explica en su planning de trabajo el equipo Red Bull-Bora, el de Primoz Roglic. En las etapas más calurosas, los profesionales beben 1,5 litros por hora. Y el agua llega a su poder en bidones de 550 mililitros que solían transportar los gregarios desde los coches a los líderes. Esa técnica ha evolucionado. Las escuadras han convertido las carreteras, los recorridos de las carreras, en puntos permanentes de abastecimiento líquido. Lo normal es que auxiliares, ayudantes o amigos se coloquen en lugares estratégicos de las etapas, en colinas o subidas, para ofrecer agua a los corredores. Y por regla general, las formaciones con más presupuesto disponen de más auxiliares o gente de apoyo para avituallar. Un caso extremo es la logística del Visma. En la Vuelta del año pasado, la que ganó Sepp Kuss como Jumbo y en la que Jonas Vingegaard y Primoz Roglic coparon los tres primeros puestos, se produjeron situaciones rocambolescas. El Visma (exJumbo) suele transportar aficionados vip que pagan una potente suma por vivir una experiencia como integrantes del equipo. Los vip viajan en los coches del Visma, duermen en el mismo hotel, conviven con los ciclistas y, como último recurso, los responsables de la formación los colocan como aguadores. Repartidores de agua en las colinas, las montañas, suministradores de líquido para las estrellas del equipo. Los vip disfrutan y así el equipo de Vingegaard amplía su ya potente logística con más empleados. Sucede que estos vip no tienen experiencia en el pelotón, no están familiarizados con la entrega de bidones en carrera, y en un momento determinado , pueden suponer un peligro. Pero por encima de todo, lo que consiguen los equipos más poderosos del pelotón es proporcionan mucha más agua a sus corredores, con más gente desplegadas, que los equipos más modestos. «Me parece bien que un equipo pueda tener mejores bicicletas que otro porque es la libertad del mercado, pero no es tan normal que unos corredores tengan más derecho que otros a beber agua», explica a ABC Kiko García, director técnico de la Vuelta. Al margen de la ubicación de los auxiliares o del trabajo extra que realizan los vips o los amigos de los equipos, queda otro asunto por resolver. Al no estar delimitado el avituallamiento libre (las escuadras colocan a sus trabajadores allá donde consideran mejor para sus ciclistas), la seguridad de las carreras puede quedar comprometida. Los jueces dan paso o frenan el acceso de los coches, los adelantamientos del pelotón o de la fila de vehículos en función de las características del recorrido, pero en una zona muy concurrida por los aguadores del avituallamiento libre pueden darse estrechamientos o sorpresas que pongan en peligro la integridad del pelotón de ciclistas.
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Author : (abc)
Publish date : 2024-08-16 02:14:18
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