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‘El mundo en la palabra’: la retórica a la palestra

'El mundo en la palabra': la retórica a la palestra



‘El mundo en la palabra’ (Ariel), del que fuera muchos cursos catedrático de la Universidad de Valladolid David Pujante, es a la vez un soberbio tratado, resumido de forma diacrónica, de retórica y una reivindicación divulgativa de esta disciplina tan vilipendiada, con un enfoque hacia «un discurso compartido y con miras al mejoramiento de nuestras sociedades», contra «el pensamiento único, acrítico, impositivo» y frente a todo tipo de adoctrinamiento en nuestro «poliédrico mundo». Pujante acude al rescate de la retórica en su más noble acepción, la de «discurso que construye mejores sociedades, que ayuda a librarlas del conflicto» o «sistema general de cultura», el de Occidente, por lo que se muestra a favor de llevarla, según reza el subtítulo del libro, «como antídoto de necedades», al escenario público y su rampante eucaristía digital, no en vano en nuestra «civilización mediática», en una especie de retorno al ágora ateniense, además globalizada, se ha producido el «triunfo de la nueva oralidad frente a la cultura letrada». Da gusto leer este ensayo, excepcional se mire por donde se mire, que cumple a rajatabla la máxima horaciana del ‘enseñar deleitando’, combinando a la perfección, en sus dosis justas, amenidad y erudición, que tan buen resultado comercial le ha dado, en otro orden de cosas, a Irene Vallejo con ‘El infinito en un junco’ (Siruela). Del comienzo del texto («con cada humano surge por primera vez el mundo en la palabra») procede el título del libro, defensa a ultranza de la retórica bien entendida («disciplina que enseña a crear y a analizar discursos de persuasión social, con base deontológica»), en las antípodas del uso peyorativo que se le suele endosar, un desprestigio que viene ya de las controversias entre filósofos y sofistas, por cuya tradicionalmente denostada perspectiva se decanta: «Los filósofos creían en verdades inmutables y los sofistas, los retóricos, en las verdades sociales, las que construyen las sociedades». Por añadidura, es también un hermoso panegírico de la poesía, ya que, y cómo se nota en el estilo, Pujante es un poeta de muchos quilates. Considera como finalidad de la retórica «encontrar las palabras apropiadas para una situación determinada, y así excitar o apaciguar nuestro espíritu, aplicando toda la intensidad posible a nuestro decir en la experimentación del vivir». Para probarlo , lo mismo acude a tuits, podcasts o un hilo de X (antes Twitter) de Amelia Valcárcel, enfrentado al «tornado transfeminista», que a analistas del discurso como el holandés Van Dijk o filósofos en boga como el coreano Byung-Chul Han. Además de situarla en nuestra época, desmenuza y comenta sus cinco partes tradicionales: inventio, dispositio, elocutio, memoria y actio o pronunciatio, así como sus peculiaridades y subdivisiones. Con el fin de trazar, a lo largo de varios capítulos, la evolución pormenorizada de la materia, se remonta a los orígenes, a la Siracusa del siglo V antes de Cristo para, a seguido, caracterizarla durante el período clásico («la retórica fue el pilar de la antigua democracia ateniense y de la República romana»), con ‘Gorgias’ o ‘Protágoras’, Quintiliano o Cicerón como referentes principales. Y tras los siglos oscuros del Medievo, el resurgir del Renacimiento, el desgarrón barroco, el hachazo ilustrado, lo visionario romántico, hasta Jürgen Habermas y la Escuela de Francfort o, aún más cercanas, las teorías de la posmodernidad y del pensamiento débil o líquido, la agonía de la Europa humanista, en el que nos encontramos. Entre otros aspectos temáticos de gran calado, Pujante dedica un apartado delicioso al Cervantes retórico, a mayores del ingenioso e irónico, matizado por esa melancolía tan suya. Se centra en la interpretación del ‘Quijote’, donde «todo se dirime en dialéctica discursiva» y consenso, como en la graciosa aventura del baciyelmo, y al que considera, al cabo, «polifonía de voces argumentativas» que constituyen en su perspectivismo una «fábula filosófica del humanismo hispano», derivado del italiano, con Poliziano como fuente primera, aunque al margen de «cualquier conjunto de procedimientos y doctrinas escolásticas». Otros capítulos, no menos suculentos, se ocupan de la metáfora, de su luz traslaticia del entendimiento, o de la memoria, «tesoro depreciado» injustamente en el presente, si bien plasmado en esa especie de Aleph borgiano del internet, vital durante el clasicismo, y en ese sentido relata, por caso, un sucedido portentoso atribuido a Simónides de Ceos, «inventor de la mnemotecnia». Discrepo del punto de partida y de buena parte del enfoque de su análisis crítico, minucioso, inteligente e incisivo, de ‘Core’ de Andrzej Szczeklik, tal vez, además, traído demasiado ‘ad hoc’, que ocupa el sexto capítulo del libro, por motivos que no puedo desarrollar, ni siquiera apuntar, en una reseña de esta extensión y características. Conservo, tanto de ‘Core’ como de ‘Catarsis’, leídos hace más de una década, calculo, un recuerdo maravilloso; Szczeklik, como sus compatriotas Aleksander Wat, Adam Zagajewski, a quien también cita Pujante, igual que a Czeslaw Milosz, muy anterior en mis revelaciones polacas, fueron por aquel entonces descubrimientos importantísimos en mi forma de ver y tratar de entender el mundo. Seguramente el equivocado seré yo, la autoridad intelectual de Pujante me lleva a desconfiar de mi criterio, maleado, adscrito al ‘Homo seriosus’ en vez de al ‘Homo rhetoricus’, que no a abandonarlo. Voy a releer a tal efecto ‘Core’, aunque no creo que salga de dudas. No tienen tampoco desperdicio ninguno sus reflexiones sobre las enseñanzas media y universitaria, lo dañino de la tajante separación entre ciencias y letras, con la consiguiente devaluación de los estudios humanísticos, el estado de la lírica española o la situación de los ‘mass media’ y la política, juicios sumarísimos, en ocasiones, que suscribo uno a uno. Si nuestros profesores, a los gobernantes, pedagogos y psicólogos los doy por perdidos, le hicieran caso, mínimamente, a Pujante, otro gallo nos cantaría. Sus meditaciones son de un aprovechamiento grandísimo; su prosa, extraordinaria, a la altura del asunto, que domina por completo. Un libro, en definitiva, tan entretenido como provechoso, un gustazo en todos los sentidos.



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Author : (abc)

Publish date : 2024-10-29 10:19:39

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