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Sevilla estrena la luz de la mañana para el Gran Poder

Sevilla estrena la luz de la mañana para el Gran Poder



Sevilla está de estreno este domingo. Estrena el aire, la luz, el sol y la mañana. Estrena ilusiones y fe renovadas y un sinfín de momentos históricos. Por estrenar, estrena incluso el sueño de quienes no han pegado ojo en toda la noche en una demostración cristalina de piedad popular junto a algunas de las mayores devociones de la ciudad; entre ellas, su Señor del Gran Poder, que entró en la Catedral a falta de quince minutos para las nueve de la mañana. Se consumaban así, a plena luz del mismo día de la Inmaculada, los traslados hasta el primer templo metropolitano de las cuatro imágenes pasionistas hispalenses que participarán en la procesión de clausura del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular, gran acontecimiento sin precedentes que constituye por sí mismo el mayor de los estrenos, cuyo comienzo ya aguarda el Gran Poder bajo las naves catedralicias después de algo menos de tres horas de traslado. Aún en la oscuridad de la madrugada, resonaban todavía en la lejanía los ecos de la algarabía de la Macarena cuando, por Conde de Barajas, se disponían sendas hileras de personas bien abrigadas a ambos lados de la calle, e incluso en mitad de la calzada, debido a la extensa cola de una calentería. El hambre no entiende de magnas. El ambiente familiar, y en cierto modo distendido, de la plaza de San Lorenzo en esta extraordinaria noche decembrina contrastaba a las horas previas a la Madrugada del Viernes Santo en ese mismo enclave. La ocasión era bien diferente. No había nazarenos de ruan, tampoco se oía el revoloteo de los vencejos. Sin embargo, bastó que se abrieran las puertas de la basílica de Jesús del Gran Poder, en el preciso momento en que las campanas de San Lorenzo daban las seis de la mañana, para que se hiciera el mismo silencio sepulcral de siempre . Aquel que guarda Sevilla cuando se pone seria. Seria, que no triste, mantra que ha abanderado la hermandad en sus últimas salidas extraordinarias. Unos treinta minutos después, tras una comitiva de 1.100 hermanos , salió a la calle el Señor de Sevilla. Y no de cualquier manera, sino vestido de majestad, portando su túnica persa , la de las estampas y los azulejos, una joya del bordado ideada y ejecutada por Rodríguez Ojeda en 1908 que llevaba la friolera de 85 años sin salir a la calle sobre los hombros del Gran Poder. Qué mejor ocasión para recuperar dicha estampa que esta, cuando los adornos y luces del centro nos recuerdan que el nacimiento del Señor, y por tanto también su epifanía, se acercan. Frío hacía, pero no el suficiente para disuadir a los sevillanos ―ni a un destacado número de foráneos― de acompañar a Dios en la ciudad en su camino hasta la Catedral. Un traslado procesional que no contó con más música que el rachear de los costaleros y las plegarias que, casi susurradas, hacían algunos fieles, con la excepción de una saeta en los primeros instantes de la salida. Reminiscencias de un abril que se hace presente en la ciudad cada vez que los sevillanos tratan de echarse a sus espaldas el peso de la cruz del Señor. A un ritmo alto recorrían los nueve tramos de cirios las calles de la ciudad mientras la cuadrilla comandada por Villanueva realizaba largas chicotás, como la que llevó a Jesús del Gran Poder desde la esquina de Trajano con Aponte hasta la plaza de la Campana. A esa altura ya se le había descolgado ligeramente el brazo derecho , que en lugar de sujetar el madero parecía querer dirigirse al pueblo de Sevilla para pedirle ayuda con tan pesada carga. Desde ese momento hasta la recogida, las levantás se hicieron a pulso. Pudo ser ese el motivo por el que se dieron cortes de importancia entre los distintos tramos del cortejo. El cielo ya clareaba en la Magdalena, pero la amanecida se produjo con el Señor en el Ayuntamiento , cuyo reloj anunció las ocho de la mañana al tiempo que las andas de Ruiz Gijón asomaban por la Plaza Nueva. La banda sonora del alba la completaba el piar de decenas de pájaros cantando como tunos a la Inmaculada. En ningún momento dejó Sevilla solo al Gran Poder, pero el tramo final del traslado fue, sin duda, el que más público congregó, coincidiendo con el amanecer y los primeros rayos de sol resbalando por el rostro de la obra más universal de Juan de Mesa. Una imagen que dejó la estampa poco habitual de su e ntrada en la Catedral a plena luz del día , radicalmente contraria a la noche cerrada que cada Semana Santa se cierne sobre la ciudad cuando el Señor entra y sale de la Seo. Todo son estrenos desde primera hora de la mañana de esta jornada destinada a pasar a la historia de la Sevilla cofradiera. Escribió Antonio Burgos que, el Domingo de Ramos, Sevilla estrena el aire, la luz, el sol y la mañana . Lo mismo sucede en este domingo de Adviento en el que todo es nuevo, todo está por descubrir y estrenar. Y no podía amanecer de otra forma que con el Señor reinando vestido de majestad mostrando a la ciudad sus manos humanas. Y es porque Sevilla estrena, para Él, también la Magna.



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Author : (abc)

Publish date : 2024-12-08 09:01:52

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