Si has viajado a algún lugar situado a grandes altitudes , como Perú, muchos de vosotros habréis experimentado importantes dificultades para adaptaros a los bajos niveles de oxígeno. En contraste, las comunidades locales parecen acostumbradas a estas circunstancias de hipoxia – bajos niveles de oxígeno en el aire y la sangre. Sin embargo, los pobladores de la meseta tibetana van más allá de esto. No en vano, al Tíbet se le conoce como ‘el techo del mundo’. Un nuevo estudio , publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), pone en evidencia una adaptación insólita en las mujeres tibetanas . Los investigadores observaron que las que tienen más hijos, incluso hasta 14, tienen un conjunto único de rasgos sanguíneos y cardíacos que contribuye a su organismo a suministrar oxígeno. Mostrando ventajas evolutivas que no tiene el resto de la población. Un proceso que empezó hace miles de años y que según Cynthia Beall, antropóloga de la Universidad Case Western Reserve de Estados Unidos, según dijo a ‘Science Alert’ que «es un bello ejemplo de cómo y por qué nuestra especie tiene tanta variación biológica». Beall explica a ABC, que esta capacidad probablemente se originó con los denisovanos , unos parientes extintos de los humanos modernos «que vivieron en Siberia hace unos 50.000 años. Y los primeros emigrantes que llegaron al Tíbet trajeron al menos una de las variantes genéticas implicadas – el gen (EPAS1) que controla la regulación del oxígeno . La residencia permanente en la meseta data de hace unos 10.000 años». Aunque matiza que «esto es controvertido porque hay evidencia de una adaptación esporádica hace 30 o 40.000 años», afirma. Previamente, en 2006, el equipo de Beall determinó que los tibetanos exhalan más óxido nítrico (NO) al compararlo con la gente que vive a nivel del mar o en zonas de la cordillera andina. El NO ensancha los vasos sanguíneos del pulmón, favoreciendo el aumento del flujo sanguíneo y el transporte de oxígeno. En el presente trabajo, estudiaron a 417 mujeres tibetanas de entre 46 y 86 años que viven en el Alto Mustang (Nepal) , en el extremo sur de la meseta tibetana a una altitud de entre 3.000 y 4.000 metros sobre el nivel del mar. Analizaron desde su historial reproductivo, sus muestras de ADN, así como factores sociales y fisiológicos. Su equipo concretamente midió elementos de la extracción de oxígeno del aire (concentración de hemoglobina) y el transporte de oxígeno a los tejidos (porcentaje de saturación de oxígeno de la hemoglobina, función cardíaca y pulmonar). Mientras que «los habitantes de las tierras bajas, respondemos a la gran altitud con aumentos sustanciales en la concentración de hemoglobina y reducción en el porcentaje de saturación de oxígeno, con el resultado de que nuestro corazón tiene que trabajar más para bombear sangre a nuestros pulmones y a nuestra circulación sistémica», detalla Beall. Detectaron una combinación exitosa de características en las mujeres que habían parido más veces porque tenían niveles promedio de hemoglobina que es la molécula que transporta el oxígeno, pero u na saturación de oxígeno mayor permitiendo un suministro más efectivo a las células . La ventaja de esa combinación es evitar el problema de la sangre espesa. Cuanto más viscosa es la sangre más esfuerzo tiene que hacer el corazón. «Se trata de un caso de selección natural continua. Las mujeres tibetanas han evolucionado de una forma que equilibra las necesidades de oxígeno del cuerpo sin sobrecargar el corazón», ha afirmado la investigadora. «Otra combinación exitosa de rasgos fue un alto flujo de sangre a los pulmones , donde se oxigena. Y un alto flujo de sangre oxigenada al corazón y desde el corazón, con ventrículos cardíacos más anchos. Esto fue posible porque las respuestas descritas anteriormente evitaron la sangre espesa», afirma. Además, de los bajau, que son unos individuos capaces de sumergirse hasta 70 metros de profundidad y aguantar 13 minutos sin respirar. Otras ejemplos de situaciones extremas a gran altitud son las de los grupos étnicos quechua y aymara de la meseta andina y los grupos étnicos amhara y oromo de la meseta africana oriental. «Estos pueblos se adaptan de forma diferente a los tibetanos. Por ejemplo, las poblaciones de la meseta andina tienen concentraciones muy altas de hemoglobina que dan lugar a una sangre espesa y una tensión en el corazón y los pulmones que puede aumentar el riesgo de ciertas enfermedades», indica Beall. La utilidad de estos descubrimientos, según nos apunta Beall es que la población, en general, sufre muchas enfermedades asociadas con la hipoxia. El asma, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) o el covid-19 son ejemplos de ello. «Conocer las respuestas exitosas de personas sanas con una hipoxia inevitable y permanente, como los tibetanos, puede servir como guía para comprender la patobiología de los pacientes aquí y al nivel del mar». Y no dejan de ser unas capacidades singulares y un ejemplo del funcionamiento de la evolución en curso.
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Author : (abc)
Publish date : 2024-12-15 12:08:52
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