Desde hace alrededor de una década, un nuevo fenómeno cósmico ha venido desconcertando a los radioastrónomos de todo el mundo: extraños pulsos de radio, procedentes del interior de nuestra propia Vía Láctea y que duran de varios segundos a minutos enteros. Emisiones, por lo tanto, muy diferentes a las de los púlsares, estrellas de neutrones altamente magnetizadas que giran muy rápidamente y cuyos pulsos de radio apenas duran milisegundos. Llamados ‘transitorios de larga duración’ (LPT por sus siglas en inglés) estas misteriosas señales, además, se repiten en escalas de tiempo que van desde los diez segundos a minutos o incluso horas, algo que ningún púlsar conocido es capaz de hacer. Sin apenas evidencia sobre el posible origen de esas misteriosas señales, los investigadores han formulado ya distintas hipótesis al respecto, pero ninguna de ellas ha podido ser probada. Y ahora, un equipo internacional de astrónomos dirigidos por Iris de Ruiter, de la universidad australiana de Sidney, ha conseguido, por primera vez, demostrar que una ‘extraña pareja’ de estrellas, formada por una enana blanca y una enana roja que se orbitan mutuamente cada dos horas, están lanzando al espacio estos largos pulsos de radio. El estudio, recién publicado en ‘ Nature Astronomy ‘, se centró en una colección de estas misteriosas señales de radio periódicas detectadas en 2022 por la propia de Ruiter, que en el momento de realizar el estudio estaba en la Universidad de Amsterdam. La investigadora, junto al físico de la Universidad de Oxford Kaustubh Rajwade y utilizando una novedosa técnica de imagen desarrollada por ellos mismos, consiguió encontrar entonces varios LPT en los datos del telescopio internacional Low Frequency Array (LOFAR). Gracias al nuevo método, de Ruiter y Rajwade detectaron hasta siete pulsos procedentes de una única fuente, que designaron como ILTJ1101, un punto brillante situado a 1.600 años luz de distancia en dirección a la constelación de la Osa Mayor. Como si fuera un destello de luz, pero en la longitud de onda de la radio, cada pulso duraba de varios segundos a minutos enteros y, extrañamente, todo se repetía a intervalos regulares, como un reloj cósmico que marcara una vez cada dos horas. «Estos pulsos de radio -explica Charles Kilpatrick, coautor del estudio- son muy similares a los FRB (Fast Radio Burst, o Estallidos Rápidos de Radio), pero cada uno tiene diferentes longitudes. Además, tienen energías mucho más bajas que los FRB y generalmente duran varios segundos, en lugar de milisegundos. Y aún no sabemos si existe un continuo entre los transitorios de radio de largo período y los FRB, o si son poblaciones distintas». De inmediato, Kilpatrick accedió a otros grandes telescopios para confirmar las observaciones, y descubrió que no se trataba de una estrella, sino de dos, y que juntas estaban generando la misteriosa señal. Las dos estrellas, una enana blanca y una enana roja, orbitan alrededor de un centro de gravedad común una vez cada 125 minutos, justo el intervalo que existía entre los pulsos. Y sus órbitas son tan apretadas que sus campos magnéticos se solapan, probable causa de los misteriosos pulsos de emisión de radio cada dos horas. Una enana blanca es un ‘cadáver’ estelar, lo que queda cuando una estrella de masa baja o intermedia, como nuestro Sol, agota su combustible nuclear y expulsa violentamente sus capas exteriores, dejando tras de sí un extremadamente denso y caliente, del tamaño de la Tierra, pero con casi toda la masa original de la estrella. Las enanas rojas, sin embargo, son el tipo de estrella más común en el Universo. Son estrellas mucho más pequeñas y frías que nuestro Sol, y también mucho menos brillantes. En cambio, tienen una vida extremadamente larga. Según los investigadores, los inusualmente largos pulsos de radio podrían surgir del fuerte campo magnético de la enana blanca, pero también podrían ser fruto de la interacción de los campos magnéticos de ambas estrellas. Sin embargo, harán falta más observaciones para aclararlo. «Fue especialmente genial ir agregando nuevas piezas al rompecabezas Trabajamos con expertos de todo tipo de disciplinas astronómicas – asegura de Ruiter-. Con diferentes técnicas y observaciones, nos fuimos acercando cada vez un poco más a la solución, paso a paso». Gracias a este descubrimiento, los astrónomos ahora saben que las estrellas de neutrones no tienen el monopolio de los pulsos de radio. Durante los últimos años, otros grupos de investigación ya habían descubierto una decena de emisores de radio de este tipo. Pero ninguno de ellos ha conseguido aún identificar con precisión la fuente de la que proceden.
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Author : (abc)
Publish date : 2025-03-13 04:03:00
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