La Feria de San Miguel está de absoluta moda y así lo demostró el respetable en la primera de las tardes del ciclo de septembril en la que se colgó el primer cartel de ‘no hay localidades para hoy’. La temperatura era primaveral, aunque estemos comenzando el otoño, y el ambiente puro de abril para una terna del gusto de los buenos aficionados. Nadie se quedó indiferente. Comenzando con un paseíllo que al romper nos brindó el más respetable y emocionante minuto de silencio que se recuerda en los últimos años en Sevilla, dedicado a la memoria de la recientemente fallecida María del Mar Tristán, subdirectora de la banda del Maestro Tejera. Una tarde en la que se recordará por el temple de Ortega, la verdad de Miranda y la naturalidad torera de Aguado Fue Juan Ortega el que puso a temblar los tendidos ante el cuarto toro de Victoriano del Río-el de más clase de la tarde-sobre todo con un pitón derecho que tenía un cortijo, su despaciosidad caló en la afición y cerca estuvo desorejarlo si no llega a caer baja la espada. Antes había pegado 3 verónicas y media en un quite de los especiales. La de David de Miranda es la verdad personificada, dar el todo por todo , entregarse con mayúsculas y eso hizo ante cada uno de sus ponentes. Los dos venidos a menos y el venido a más. El miedo le tiene miedo y pisa unos terrenos donde es difícil no levantar los tendidos. Estuvo muy por encima de su lote de Toros de Cortés. Lo de Aguado con el capote estuvo a la altura de los más grandes, las chicuelinas en quite al segundo toro de la tarde que correspondía a Miranda fueron de antología con una media que paró el tiempo y que unido la réplica del onubense con el capote a la espalda puso a cavilar a la plaza . Lástima que el tercero-con las mejores hechuras de la tarde-se partió el pitón, toro de Victoriano con reata de Puertas de Príncipe y Grandes de Madrid. Aguado estuvo muy firme e hizo el esfuerzo ante el bis que por presencia bien podía haber tirado de una carreta de la hermandad del Rocío de Triana. El ramilletes de verónicas parando y sacando a los medios al sexto dejó claro que la tarde en lo capotero se la llevó el sevillano, aunque no la suerte en el lote. Pero esta contracrónica tiene que acabar dedicada a Salvador Núñez, el picador de Aguado, que hoy ha terminado su carrera de más de 3 décadas como maestro de la suerte de varas, veintiuna de ellas a las ordenes de Julián López ‘El Juli’ . Sonó la música para su última actuación y la plaza se puso en pie para despedirlo por donde se van los de oro, por el interior del ruedo.
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Author : (abc)
Publish date : 2025-09-26 20:24:00
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