La ofensiva ordenada por Benjamín Netanyahu para derrotar de manera definitiva a Hamás ha entrado en una fase peligrosa y contradictoria. El objetivo declarado de eliminar la red de túneles, recuperar el control total de Gaza y liberar a los rehenes se topa con una realidad insoportable: el elevado precio humano y moral que amenaza con minar cualquier legitimidad que quedara en esa estrategia. La operación militar no está dejando piedra sobre piedra, ni tregua alguna para la población civil. La devastación es ya tan profunda que difícilmente puede distinguirse el combate del castigo colectivo. El doble bombardeo sobre el