En la primavera del 206 a. C., el valle del Guadalquivir fue escenario de un combate que cambió la historia. La batalla de Ilipa enfrentó a Publio Cornelio Escipión con las fuerzas cartaginesas de Asdrúbal Giscón y Magón Barca . Allí se decidió no solo el dominio de Hispania, sino también el inicio de una transformación que marcaría nuestra identidad. Tras la victoria, Roma asentó a sus veteranos en un enclave elevado cercano a Spal —la Sevilla cartaginesa—, al que dio el nombre de Itálica , en recuerdo de la península de la que procedían sus soldados. Aquella ciudad nacía