La intervención autorreferencial y victimista del fiscal general del Estado al inicio de su discurso en la apertura del año judicial fue la prueba palmaria de que tenía que haber presentado su dimisión hace tiempo. Si un fiscal general, en presencia del Rey, de la presidenta y de los vocales del Consejo General del Poder Judicial y de los presidentes de Sala y magistrados del Tribunal Supremo alude a su situación judicial y, sobre ella, pretende justificar su presencia, es que estaba de más en ese escenario. Está muy bien que García Ortiz crea «en la verdad y en la