Durante la década larga del ' procés' soberanista , las visitas de los presidentes y consejeros de la Generalitat a Bruselas se saldaban con agendas vacías y la constatación de que nadie en las instituciones europeas, excepto algún eurodiputado convencido, quería mancharse las manos con el pleito catalán. Únicamente en la última etapa, con ERC en el Govern, ya en fase de relativa distensión, el veto comenzó a suavizarse, aunque de manera tímida, y llegaron a producirse algunas reuniones con altos cargos de la Comisión. Poco más. Ahora, con el independentismo en la oposición, el ejecutivo de Salvador Illa quiere