A Lucas Rivera ( Valencia , 1997) la cocina le entró desde bien pequeño por casa y por la tele. Vivía pared con pared con su abuela, una señora de León, y Cocó, la chica que le cuidaba cuando sus padres estaban trabajando, que «guisaba superbien». Entre ambas le abrieron la puerta del fogón cuando apenas tenía cinco años, mientras recuerda mirar embobado a José Andrés y Arguiñano en la televisión. Y aunque —además de saber defender los palos de una portería de fútbol sala— siempre tuvo claro que quería ser cocinero, en su familia le pidieron que tuviera la