Llegó un tieso y pisó los terrenos que queman, el sitio de la verdad, con una colocación pura y aires tomistas. Se nota que Víctor Hernández bebe en las fuentes del dios del toreo, que su tauromaquia se refleja en el agua de la pureza. Aunque no haya nacido en Galapagar, sino en Los Santos de la Humosa. Qué bárbara sinceridad la suya, con una entrega desnuda, con un valor seco capaz de cruzar barreras incluso con un toro de enfermería. El hierro del Pilar llevaba el Busca-Oro tercero, que se movía como una alimaña de Victorino: metía el morro,