Nunca se pudo esperar mejor homenaje, con más pasión, a una ganadería ya legendaria. La figura del viejo Victorino Martín sobrevoló Las Ventas, la plaza que lo lanzó en los años sesenta, la arena de sus grandes triunfos. Una tarde concebida para el recuerdo y el reconocimiento a un ganadero de personalidad sinigual que dejó un legado de sangre brava. Y allí, en la misma arena de tantos días de éxito, la memoria viva de su figura y todo su saber. Milhojas se llamaba el sexto, un cinqueño con casi seiscientos quilos, un victorino de ley que salió con motor