La noche cayó en Jerez como un telón de terciopelo, lento, solemne y con duende. En el Patio de la Tonelería del Tío Pepe Festival no solo se escuchaban copas, sino conversaciones expectantes. Y fue entonces cuando aterrizó el relente flamenco en forma de voz desnuda: 'Las doces acaban de dar', de Camarón, sonó a capela. Pitingo, con el alma en la garganta, le rendía tributo al mito y nos advertía de lo que se venía: una noche sin etiquetas, donde la jondura se abrazaría al soul con la naturalidad de quien ha nacido entre cantes y coros góspel. «¡Viva