Tener a equipos como Boca en el Mundial de Clubes es una bendición. No por su calidad, que no es primer escalafón y, seguramente, ni segundo, pero sí por su pasión y su competitividad. En la hierba y, sobre todo, en la grada. Va a estar complicado que cualquier otra afición le moje la oreja a la hinchada xeneize. Unos 40.000 bosteros convirtieron el Hard Rock Stadium en una Bombonera 'miamera' y soñaron durante buena parte del encuentro con una victoria que hubiera sido decisiva de cara al devenir del grupo. El partido comenzó con un cariñoso abrazo entre Di