Vivir en Italia quiere decir aprender a tomar café, porque es una verdadera cultura, si no una religión con sus reglas (y dogmas): por la mañana vale todo, pero a partir de las once ya no hay tutía, la carta se reduce ( 'espresso', 'macchiato' o sustitutos) y hay que evitar pedir 'cappuccino' para no incurrir en la cólera local. De hecho, se pide con una palabra: ' caffè ', punto y pelota. En cambio, en España sufro cada vez que vuelvo y ser camarero tiene que ser una suerte de tortura, pues no hay dos que tomen el café